lunes, 30 de diciembre de 2019

Los engranajes de la modernidad

Brain Salad Surgery. H. R, Giger (1973)


Ante nosotros se muestra un mundo donde los misterios, que radican en nuestra mente, tal vez ya no pertenecen a las cosas de la naturaleza sino a las del hombre. La humanidad crea a través de la imitación. Esta proposición paradójica entre creación (lo nuevo y original) que surge de la imitación (lo viejo y reproducible) alcanza su mayor significado en esta vida artificial. Los celulares, las computadoras, la radio entre otros aparatos, son inventos que surgieron de la imitación de la naturaleza invisible ante nuestros ojos (el funcionamiento del átomo o el comportamiento del espectro electromagnético).

Las nuevas mentes que pueblan este mundo artificial conciben como parte del mundo natural a lo que surgió de la imitación. Lo artificial se ha convertido en la nueva fuente de creación. Las nuevas mentes crearán nuevas clasificaciones y productos, teoremas, teorías, entre otras obras pero ¿qué espíritu las hace funcionar y evolucionar?, ¿a qué intereses responden, de quiénes? El sentimiento de frustración, tristeza y falsa felicidad (la que se consigue sólo a través del placer físico) rigen los motivos de los seres de nuestra época, señales de una moral útil para la acumulación de las riquezas de una minoría: la ciencia al servicio del capital.

Las nuevas mentes ignoran el funcionamiento de los engranajes de su realidad. Tal vez por tristeza, apatía, conflictos de identidad entre otras crisis vitales del adolescente que apenas empieza a interactuar con este mundo. Somos una época con comportamiento mancebo. Estamos en un punto histórico donde se definirá nuestra madurez como civilización y aún muchos ignoran cómo funciona el celular, el televisor, el retrete, la cerradura de una puerta entre otros aparatos que definen nuestros comportamientos y pensamientos.

Al ignorar el comportamiento de los fenómenos sociales y naturales nos condenamos a convertirnos en esclavos de nuestros placeres físicos. Aquellos que entienden tales fenómenos, utilizan esa esclavitud para su beneficio. Conocer es un acto liberador y desaparece al azar, la incertidumbre y el miedo del sujeto, le hace adquirir un espíritu que va en contra de aquellos que mantienen enajenada la creación, de aquellos que pretenden mantener una vida de privilegios que se sostiene sobre el hambre y la miseria.

El desarrollo cultural de un pueblo depende, entre otras cosas, de entender cómo y por qué funcionan las cosas. Conocer qué fenómenos son los que rigen nuestra existencia nos ofrece una visión causal (característica fundamental del concepto de destino). Al desconocer los fenómenos y el funcionamiento de las cosas, nos lleva por un camino azaroso que al final termina por ser más violento de lo que tendría que haber sido. El azar se convierte en incertidumbre y se genera una violencia máxima (la necesidad como motor del mundo). La animalidad (reproducirse, comer y sobrevivir) se vuelve fuente de nuestras acciones. Si no hay un destino, qué me motivaría a ser un mejor humano.

Las cosas de nuestra época (celulares, computadoras, relojes, etcétera) surgieron a través del conocimiento científico. Por ello es importante saber cuáles son los fundamentos que mueven los engranajes de las cosas. Observarlos para encontrar nuevas metáforas nos podría dotar de posibilidades para encontrar nuevos caminos del arte, la política, la religión entre otros referentes. Incluso crear nuevos lenguajes, para nuevas narraciones con las cosas que predicen las ciencias.

Crear es humano. Es parte de una necesidad más allá de lo físico. “Puedes vivir sin pan dos días pero sin poesía nunca”, nos dice Baudelaire. El látigo de un sistema que nos esclaviza, nos imposibilita para la creación; antes de crear hay que conocer: ¿qué tanto conoces los engranajes que mueven al mundo?

Raúl Fierro 
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

sábado, 21 de diciembre de 2019

Stalin: revisando uno de sus mitos

Iosif Stalin (1902)

El pasado 18 de diciembre se conmemoró el 141° natalicio de Iósif Stalin, Exsecretario General del Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética. Al revisar artículos históricos sobre él, diversos autores lo han comparado con Hitler en su paranoia y depravación o con Napoleón Bonaparte (ésta la hacen muchos autores ingleses) por su ambición y egolatría. Sin embargo cuando estos investigadores, en su mayoría ingleses y estadounidenses, intentan justificar su percepción, los datos varían: «Robert Conquest en su libro The Great Terror, publicado en 1968 (hay traducción castellana: El Gran Terror, Barcelona, Luis de Caralt, 1974), daba por buenas una cifra de detenidos entre 7 y 9 millones durante los años treinta, y Roy Medvedev estimaba las detenciones entre 4 y 5 millones. En el lamentable y sectario Libro negro del comunismo (1998), que fue objeto de amplísimo y favorable tratamiento en los medios de comunicación, al contrario de lo que sucedió con El libro negro del capitalismo (Tafalla, Txalaparta, 2001), absolutamente ignorado por esos mismos medios que presumen de talante democrático, el número de detenidos en campos de trabajo se estima en 7 millones para los años 1934 a 1941» [Hermida Revillas, C. "Cuestiones sobre Stalin", Revista Historia y Comunicación Social, Ed. Universidad Complutense de Madrid: 2005, núm. 10, Disponible en: https://revistas.ucm.es/index.php/HICS/article/view/HICS0505110135A/19233]. ¿Cuáles son los números reales, cuál es la intención de no hacer un estudio serio y formal de uno de los protagonistas históricos de los grandes cambios políticos y económicos en el mundo moderno?

Estas cifras han crecido hasta los veinte millones. Diversos libros, con portadas que hacen burla de íconos revolucionarios, y merolicos de las redes sociales las han pregonado sin tener en cuenta los documentos soviéticos que se desclasificaron hace algunos años: «Trabajando sobre los fondos documentales del Archivo Estatal de la Federación de Rusia (GARF), del Centro Ruso de Conservación y Estudio de Documentos de la Historia Reciente (RtsJIDNI) y del Depósito Central de Documentación Reciente (TsJSD), los investigadores J. Arch Getty y Oleg V. Naumov han calculado que la población reclusa a 1 de enero de 1939, fecha en la que acabaron las grandes purgas del período 1936-1938, ascendía a 2.022.976 personas, tanto por delitos políticos como comunes, aunque una buena parte lo eran por los primeros.»[id.] Ese número de prisioneros es comparable con el número de presos que mantiene hoy en día Estados Unidos: «Los números indican que a finales de 2016 había 2,16 millones de personas en prisiones federales y locales». [“Qué país tiene la tasa de presos más alta del mundo y cuál es el de América Latina”. BBC Mundo. 9 de mayo 2018 (en línea)]. Sin embargo el contexto histórico de ahora no se compara con el que vivió el gobierno soviético bajo el mandato de Stalin el cual se encontraba bajo ataque de las hordas nazis.

A pesar de que Stalin tuvo que lidiar con una guerra civil y dos guerra guerras mundiales, los merolicos pseudobiógrafos de Stalin saltan el hecho del progreso cultural, científico y económico soviético durante esa época. En el caso del ajedrez la escuela soviética abrió nuevos campos teóricos en las aperturas y defensas. Además la física teórica y experimental tuvieron grandes exponentes bajo el régimen socialista como Pável Cherenkov (su contribución es fundamental para entender el comportamiento de la energía nuclear) y Lev Landáu (sus estudios sobre superfluidez y superconducción son esenciales para el desarrollo tecnológico de los trenes de levitación magnética). También se hace caso omiso que el frente oriental de la guerra contra el fascismo y el nazismo fue completa responsabilidad de Stalin (recomiendo oír la serie de Rusia de la historiadora colombiana Diana Uribe disponible en YouTube). ¿Cuál es la causa de que se ignore la represión brutal que hubo contra el partido bolchevique por parte del gobierno de los Romanov?

Por ello cabe analizar con más profundidad las decisiones que tomó Iósif Stalin quien levantó un país de las cenizas y fue el artífice de su supervivencia ante la amenaza del exterminio de los países capitalistas. Ian Grey, historiador inglés no afín al comunismo pero con una ética profesional que le exige buscar la Verdad más allá de sus creencias, lo compara como un gobernante en la tradición de Iván el Terrible y Pedro el Grande quienes eran grandes en su valor, su habilidad y sus objetivos. ¿Acaso no valdría la pena revisar nuestros prejuicios contra un gobierno que aportó en lo social, económico y científico a la mejora de vida de la clase explotada?

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

lunes, 9 de diciembre de 2019

La narración: una herramienta para el docente

Fuente: CCH UNAM


El pasado 30 de noviembre, la Secretaría de Trabajos y Conflictos del nivel de Secundarias Técnicas del Comité Ejecutivo de la sección XXII (STC-ST XXII) organizó la Primera Jornada de Aprendizajes y Desarrollo Profesional del nivel de Educación Secundaria Técnica. Este evento, que se realizó en la Escuela Secundaria Técnica núm. 1, contó con la presencia de la Dra. Frida Díaz Barriga (quien es una de las investigadoras en educación más importantes del país), la Dra. Yareni Annalie Dominguez Delgado (investigadora de la UNAM), miembros del Grupo de Investigación en Docencia y Diseño Educativo y TIC de la UNAM (GIDDET-UNAM), el profesor Gonzalo Toledo Cruz (titular de la STC-ST XXII), el profesor Ramsés Barroso Bravo (perteneciente a Secundarias Técnicas) y representantes de Secundarias Técnicas de la Unidad de Educación Secundaria del IEEPO.

Con el propósito de “desarrollar acciones sistemáticas encaminadas a reiniciar el proceso de profesionalización de los trabajadores de este nivel educativo, con miras a la transformación de la práctica docente en el marco del Plan para la Transformación de la Educación en Oaxaca (PTEO)”, esta jornada consistió en la presentación del libro Dispositivos pedagógicos basados en la narrativa de la Dra. Frida Díaz Barriga el cual sirvió de base para los talleres que impartió el GIDDET-UNAM y el seminario permanente para los equipos pedagógicos de la Mesa Técnica del nivel de Secundarias Técnicas.

La propuesta del libro de Díaz Barriga se basa en que: “Los seres humanos pensamos la vida de manera narrativa, construimos una identidad porque podemos narrar historias acerca de nosotros mismos y a través de la narrativa reflexionamos y tomamos conciencia de la cultura y la sociedad en qué vivimos. Gracias a la narrativa, ordenamos al mundo de la experiencia, arribamos continuamente a nuevas compresiones y creamos nuevos significados”. El estudio de la narración como fuente de aprendizaje no es algo nuevo en el campo de las neurociencias y la psicología (carrera base de la Dra. Frida Díaz Barriga): «¿Por qué parece que nuestro cerebro se dispone a disfrutar las historias? y ¿cómo es que los efectos cognoscitivos y emocionales de una narración influyen en nuestras creencias y decisiones del mundo real? / Las respuestas a estas preguntas parecen tener su raíz en nuestra historia como animal social. Contamos historias sobre otras personas y para otras personas. Las historias nos ayudan a guardar memoria sobre lo que pasa en nuestras comunidades. La seguridad, del mundo imaginario de una historia podría ser un tipo de campo de entrenamiento, donde podamos practicar la interacción con otros y aprender las costumbres y reglas de la sociedad. Y las historias tienen un único poder para persuadir y motivar, porque se sirven de nuestras emociones y nuestra capacidad empática.» [Hsu, J. The Secrets of Storytelling: Why We Love a Good Yarn. Scientific American Mind. Agosto 2008 (en línea, traducción libre)]. Tampoco desde el aspecto pedagógico desde el cual Jerome Bruner fue el primero en establecer a la narración como herramienta para la docencia: “la narración es un modo de pensar, una estructura para organizar nuestra conciencia y un vehículo en el proceso de la educación y, en particular, de la educación científica”. Desde el aspecto filosófico, Walter Benjamin, en su texto “El narrador” ya describió su característica artesanal e importancia subjetiva: «La narración, tal como brota lentamente en el círculo del artesanado —el campesino, el marítimo y, posteriormente también el urbano—, es, de por sí, la forma similarmente artesanal de la comunicación. No se propone transmitir, como lo haría la información o el parte, el “puro” asunto en sí. Más bien lo sumerge en la vida del comunicante, para poder luego recuperarlo. Por lo tanto, la huella del narrador queda adherida a la narración, como las del alfarero a la superficie de su vasija de barro.» Desde lo que establece Benjamin cabe preguntarse: ¿cómo utilizar una narración de tal manera que supere esa característica subjetiva y logre concretarse, en el aula, como un conocimiento objetivo? Nos responde la Dra. Frida Díaz Barriga en su ponencia: “La elección de las narrativas deben estar acordes a lo que deseo trabajar en clases. Hay que problematizarla y buscar hacer evidencias. La narrativa es manejar otros mundos posibles.”

Hay que destacar que estos talleres se ofrecieron a supervisores, directores y líderes pedagógicos de las escuelas secundarias técnicas de las 34 zonas escolares de Oaxaca no a maestros en aula. Es una lástima que el conocimiento teórico y manejo de esta herramienta, que es de mucha utilidad en el marco de una educación alternativa como lo plantea el PTEO, no pudo acercarse de forma directa a los maestros en aula: ¿cómo plantearán ahora los organizadores hacer llegar algo tan valioso para el trabajo en aula?, ¿cómo pretenden dar un ejemplo de educación alternativa desde una actividad de carácter autoritario y sectario?, ¿cuál es la razón de no realizar gestiones para repartir un libro que tiene un costo de 330 pesos y no distribuirlo entre los docentes en el aula? La transformación de la educación, con base en la experiencia de los movimientos magisteriales que se ligan a la lucha social, sólo se realiza a través del trabajo en el aula, es decir, no desde arriba, sino desde abajo donde los problemas urgentes y emergentes del magisterio surgen, donde el trabajo docente se encuentra ligado a la narrativa de las comunidades: ¿qué experiencias desde el aula se están perdiendo o ignoran aquellos que pretenden desde arriba cambiar la educación?

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

domingo, 1 de diciembre de 2019

El flujo del tiempo (fragmento)

My Acid Workshop (Where I do my Etching) (1910)
Carl Larsson


A Balam le gustaba visitar a su tío, el relojero. Siempre tenía dulces y chocolates en una cajita de cristal pero lo que más le gustaba eran los relojes cucús. En una de sus visitas, vio a su tío arreglando uno y le mostró el mecanismo. Quedó sorprendido con el movimiento de los resortes, engranajes y las pesas que seguían el compás que marcaba el péndulo. Le encantó ver el gorrión de madera que salía a cantar cuando la manecilla grande pasaba por el número doce, impreso en letras góticas sobre la carátula. Eso le había sorprendido a la edad de diez años y cuando aprendió a andar solo en la ciudad, desde los once años, lo visitaba cada sábado antes de salir por las tardes-noches con José para vagar por la ciudad.

Ese sábado, encontró a su tío inspeccionado dos vasijas: una arriba de su escritorio y otra abajo. Las vasijas estaban hechas de arcilla blanca y tenían grabados en su parte exterior jeroglíficos egipcios. Las vasijas tenían forma de cono con la punta cortada. Se apoyaban sobre la superficie desde la base circular más pequeña. La vasija de abajo tenía pintadas por dentro barras verticales que indicaban números hasta el 12. A lado tenía una cubeta llena de agua: “Ven Balam, mira lo que me regaló uno de mis clientes”, Balam se acercó, “llena de agua la vasija del escritorio”, ordenó su tío. Balam tomó la cubeta y la vació en la vasija. Balam observó que el agua fluyó hacia la vasija del piso por un orificio de la base de la que estaba sobre el escritorio. “Ahora toma ese cuadro de madera y tapa la vasija de arriba”, Balam lo hizo y observó que el flujo paraba: “¡No manches!”, dijo sorprendido Balam. “Impresionante no crees”, dijo su tío sonriendo, “es una clepsidra, ésta es una réplica de las que usaban los guardias egipcios para marcar sus turnos por la noche. Es un reloj de agua.” “Pero no creo que se puedan medir segundos o minutos como los relojes de arena que me enseñaste”, retó Balam.

El relojero tomó un bote de plástico de una papelera bajo el escritorio, lo puso sobre la mesa. Sacó una chincheta de un cajón, con ella le hizo un agujero casi a media pulgada a la base de la botella de plástico. Llenó la botella de agua y la cerró. Colocó dos libros como de dos pulgadas de grosor, uno sobre otro, encima del escritorio. Después arriba puso a la botella llena de agua, cuando abrió la tapadera, salió un chorrito fino de agua del agujero que había hecho con la chincheta. Cuando cerró la tapadera, el chorrito dejó de salir. Tomó un vaso y lo puso sobre el escritorio a la distancia donde caía el chorrito de agua. Sacó su cronómetro de uno de los bolsillo de su saco, abrió la tapadera y el chorrito fue cayendo adentro del vaso sobre el que fue rayando, cada diez segundos, al nivel donde llegaba el agua: “Para medir el tiempo se necesita un acontecimiento regular como puede ser el movimiento de los astros. O bien la caída de un fluido a través de un orificio. O bien el descenso de unas pesas”, decía el tío de Balam, “¿cómo se quiere medir el tiempo antes de saber que siempre se mide en relación a otros fenómenos? El movimiento del sol y la luna mide los años y los meses. El movimiento del péndulo las horas. El flujo de la arena y el agua es el flujo de los minutos y segundos. Los relojes siguen siendo una referencia fundamental para medir el paso del tiempo y éste es la variable independiente de cualquier fenómeno”. Entonces sonó el cucú, eran las siete de la noche y Balam se tenía que ver con José a las siete y media en el parque. “Me tengo que ir, tío”, dijo Balam mientras dejaba a su tío con sus reflexiones sobre relojes de agua, arena y sol, sobre el tiempo y su imparable flujo.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87