sábado, 22 de junio de 2019

El espíritu neoliberal en la ciencia de México

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La incapacidad política de María Elena Álvarez-Buylla, actual directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT), ha provocado otra crisis en la vida científica de este país. El nuevo escándalo (el gasto de casi 16 millones de pesos en un servicio gourmet para los empleados del CONACYT) provocó la reacción inmediata de un grupo de académicos de las principales universidades públicas del país. En lo personal me parece curioso que esa comunidad científica no se haya manifestado con esa rapidez cuando se destapó la información de que Enrique Cabrero, ex director del CONACYT, tenía un chef privado o de las diversas irregularidades de organismos descentralizados: «Una asociación civil denominada Foro Consultivo Científico y Tecnológico [FFCYT] se ha presentado como “contrapeso” al @Conacyt_Mx. En sus fuentes de financiamiento figuran algunos organismos cúpula del sector privado como Canacintra, Coparmex, Concamin, entre otros. Pero resulta que esos grupos no han aportado recursos al Foro que vive íntegramente de recursos del erario provenientes de @Conacyt_Mx los que permanecen en una gran opacidad y se trata en el sexenio anterior de la cifra de ¡235 millones, 300 mil pesos! Sin que se conozca desglosadamente a dónde fue ese dinero» [Villanueva, E. “¿Por qué el ataque sistemático de Enrique Cabrero a @Conacyt_Mx?”. Aristegui Noticias. 27 de mayo 2019 (en línea)]. Esta ciencia, la de la visión de Enrique Cabrero, la del servicio a las empresas, es la que se erige como oposición frente a un CONACYT timorato e incapaz de responder a cabalidad estos ataques.

Estoy de acuerdo a las críticas a las políticas de austeridad y declaraciones de Álvarez-Buylla por parte de Javier Flores en su artículo de La Jornada “El origen de las distorsiones”. Sin embargo su desprecio a la ciencia al servicio del pueblo lo hace escribir despectivamente contra las críticas al FFCYT: «por cierto, la presencia de organizaciones empresariales ha sido utilizado para alimentar a los sectores más atrasados científica y políticamente con la idea de que el Foro tiene una orientación privada, lo cual es falso pues, por ejemplo, todos los coordinadores han sido destacados investigadores e investigadoras de instituciones públicas”, ¿acaso el esquema de pensamiento de un científico, aunque trabaje en universidad pública, no puede configurar argumentos para la privatización del desarrollo científico y tecnológico?, ¿acaso las políticas públicas en ciencia no se encaminan hacia el beneficio empresarial?, ¿a quién favorecerá un sincrotrón con un presupuesto de 15 mil millones de pesos que administrará el grupo de Enrique Cabero?

Esta pelea, que parece una de pandillas usando trucos sucios y mal intencionados, basándose en una verdades a medias, omisiones y mentiras, no toca los problemas urgentes en ciencia de nuestro país, de la ciencia al servicio de la comunidad. Desde la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) se alza una voz que tiene bien claro el rumbo de las políticas científicas que deben regir el espíritu de una verdadera transformación, de un comienzo para el fin del neoliberalismo en la ciencia: «No somos todos los seres humanos los culpables de la crisis actual, como nos lo indica un ambientalismo superficial y una ciencia que se niega a abordar las relaciones de poder en las sociedades contemporáneas, sino una minoría de minorías. Y esa minoría tiene nombre: se llama neoliberalismo. No se trata ya de la especie humana, sino de una fracción de esa, que bien podemos denominar Homo demens: el mono demente» [Toledo, Víctor M. “Los tres faros de la conciencia ecológica”. La Jornada. 4 de junio de 2019 (en línea)]. Nos indica Víctor Manuel Toledo, actual titular de la SEMARNAT, que son tres los faros que deben regir la política científica de vida contra la política científica de muerte de los monos dementes: el cambio climático, la relación del crecimiento poblacional y los recursos naturales, y la alimentación y la agricultura.

Si las intenciones de Álvarez-Buylla son facilitar las políticas de la vida, su agenda no sólo debe basarse disminuir los viajes a la extranjero o denunciar problemas superficiales como nombramientos del FFCYT que se quiere convertir en un CONACYT alterno, sino crear una agenda científica que ponga especial atención a los problemas urgentes que Víctor Manuel Toledo pone en la mesa: el crecimiento poblacional, los recursos limitados, el cambio climático y la alimentación basada en una agricultura sustentable. Esa agenda debe arriesgar a disminuir el apoyo a investigación de frontera (partículas elementales, astronomía, física teórica) y enfocarse en las necesidades de la población pobre de este país: ¿es correcto que tengamos científicos trabajando en la generación de aparatos que detecten materia oscura en vez de científicos que resuelvan los problemas de una comunidad que muere de hambre?

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

sábado, 8 de junio de 2019

Mala influencia

La hoguera
Fuente: Trino Fiesa (Facebook)


“Karen, la psicóloga de la escuela, me dio un beso, me dijo que no se lo contara a nadie. Creo que cayó en una crisis nerviosa. La directora le exigía que yo me comportara. No aguantó la presión. Yo era lo peor de esa secundaria”, me contaba Pipa Nevada quien es un producto de la educación que cualquier padre quisiera para sus hijos: la de las escuelas privadas.

Pipa Nevada, como me pidió que lo llamara, es un tipo buena onda. Los fines de semana, asiste a las fiestas más glamorosas de Oaxaca. No le falta un cigarrillo de marihuana para pasar bien la noche y, cuando puede, me da un aventón a mi casa en su Jetta del año. “Su única misión es cobrar”, me cuenta Pipa Nevada sobre el objetivo de algunas escuelas privadas que el padre de familia aprecia por no suspender clases y que, por esas horas “ventaja” sobre las escuelas públicas, no le importa que le paguen una miseria a los maestros. También me contó varias de las anécdotas que vivió a su paso por todas las escuelas privadas de Oaxaca: “La escuelas privadas sólo te sacan el dinero. Había una en la que su uniforme consistía desde las playeras hasta los calcetines. No podías comprarlos en otro lado más que en la escuela. Algunos compañeros y yo robamos las cajas donde estaban esos uniformes, los vendíamos más barato a los compañeros que perdían su suéter o los zapatos oficiales de la escuela. Hacíamos negocio. La escuela estimulaba los valores negativos de una mentalidad competitiva”.

Una característica de la adolescencia es la búsqueda de identidad. La juventud requiere encontrar su lugar en el mundo para sentirse seguros. La competencia, producto de los valores que enseñan las escuelas privadas, te lleva a identificar de forma degenerada al otro para saber quién eres. Pipa Nevada me cuenta: “Las sociedades de padres de familia no les importa el significado de la educación. Toman decisiones que no son éticas incluso dentro de la religión católica. Anteponen la compasión a su ideal de bienestar social. Hacen una selección racial y económica que acentúa el problema de discriminación en Oaxaca. Alienizan al indígena. No tienen claro ni su identidad como escuela”.

La escuela debería ser un lugar de progreso y de innovación para la comunidad donde se situé. La escuela debe ser un lugar donde el infante y el adolescente busquen un método que le ofrezca esa identidad que les diga quiénes son en este mundo. En cambio, las escuelas se convirtieron en un parámetro de estatus económico y social. Los padres no envían a sus hijos a una escuela privada para educarlos sino para que ellos mismos tengan un estatus dentro de la sociedad y ese pensamiento se transmite al joven estudiante: “Las escuelas privadas son ante todo un pedo aspiracional en la idiosincrasia del oaxaqueño que siempre sueña con ir a Puebla a disfrutar del Ángelopolis y comprar su ropa en Santa Fe con el aguinaldo de papá...”, me dice Pipa Nevada.

Observamos un estancamiento en las creaciones. No parece haber progreso o algo innovador que nos saque de este letargo en que los medios de comunicación y nuestros productos culturales nos mantienen. Pipa Nevada empieza a decirme: “La sociedad alta se caracteriza por huir a la primera oportunidad, dar la espalda a la tierra que alimentó a sus hijos y la encumbró en el poder. La muestra de este nihilismo es la cantidad de juniors que ocupan el poder en esta capital: hijos educativos de estas escuelas privadas. Su único objetivo en la vida es vivir como vivían los personajes de la serie norteamericana Friends. Eso sí, trabajan mucho en Facebook, promoviéndose a sí mismos o a sus amigo políticos superiores con un estilo muy de provincia: ingenuo y con una onda de los noventas. Aún en sus reuniones juegan International Super Soccer Deluxe”.

La educación no por ser privada es mejor y la pública no por perder horas-clase es peor. La solución a este problema, que contamina la visión de aquellos que deberían, gracias a su libertad, adquirir más conocimiento, pero en cambio se pelean por aparecer en las revistas de chisme y sociedad; como también el saber qué querer y cómo obtenerlo de la clase oprimida, se encuentra en buscar y plantear nuevas propuestas educativas desde el nivel básico. La solución no es más dinero sino un proyecto educativo alternativo que cambie este sistema de pensamiento que ha sumido en un oscurantismo a los niños y adolescentes. ¿Si no sabemos quiénes somos, cómo exigir a la siguiente generación encontrar su camino?

Raúl Fierro 
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

martes, 4 de junio de 2019

La tinta del tiempo (fragmento)

Hombre triste en un tren (1911)
Marcel Duchamp
Fuente: Wikiart


“Toma un asiento”, me dijo el Demiurgo al invitarme a entrar a la casa del Pintor. Antes de sentarme sobre un sillón en el que me hundí, creo que le faltaban algunos resortes. Saludé al Pintor, un hombre canoso de ojos azules y arrugas en la sien, quien preparaba la hierba para la noche; “es un hombre sabio”, me dijo el Demiurgo. Al sondear la habitación con mi mirada, noté a otro invitado quien era una persona delgada con un bigote alargado que terminaba en punta en ambos lados de su boca, siempre mantenía una sonrisa que intensificaba su gesto de burlón con sus ojos rasgados. Me recordaba a Ho Chi Minh.

El Ho Chi Minh chasqueó los dedos y le apareció un cigarrillo de hierba de Pintor en sus manos. Ya que yo era un Iniciado, el Demiurgo y el Pintor hablaban en una lengua extraña para mí sin embargo logré captar algunas palabras cuando empezaba a disertar sobre el espacio-tiempo, el color y la luz:

“Cuántos espacios-tiempos debe haber que no podemos ver”, reflexiona el Pintor.
“El Iniciado dice que el mundo es un sueño”, dice el Demiurgo.

El Pintor me observa, siento que me exige una explicación:

“El mundo está hecho de cuerdas. Las cuerdas vibran en once dimensiones, cuerdas que se transforman bajo la lógica de la Geometría del espacio-tiempo y dejan dudas sobre la realidad de las cuatro fuerzas fundamentales de la naturaleza”, digo mirando al suelo mientras dibujo sobre el aire curvas y planos.

“Entonces la ciencia ha llegado a ese punto.”, el Pintor fumó y exhaló el humo por la nariz, “hay algunos que niegan la realidad como un telar”, dijo.

“Einstein soñaba en un universo geométrico”, le digo al Pintor, “su sueño era que la Física concibiera a todas las fuerzas como una deformación del espacio-tiempo. ¿Podría ser que aquello que decimos que es real sea producto de nuestra imaginación?, ¿cómo es posible que una ilusión tenga tanto poder de transformación en la realidad?”, reflexioné.

“Todo está hecho de una contradicción”, responde el Pintor, “La realidad no es lo que vemos es lo que imaginamos”.

Las conclusiones a las que llegaba con esta conversación me angustiaban. Para eliminar mi ansiedad, me quedé callado y me dediqué a ver la habitación del Pintor. En una esquina, a dos metros del suelo se encontraba una televisión. Se podían ver las noticias del día: franceses atacando a sirios, el partido de izquierda mexicano tomó la tribuna de la Cámara de Senadores, la chica del clima indicaba un nuevo frente frío. De las paredes colgaban cuadros de mujeres desnudas con rostros en éxtasis, en el centro del cuarto había una canastita sobre una mesa de caoba roja donde el Pintor y el Demiurgo depositaban la hierba que pulverizaban. De todos los objetos orientales y exóticos del hábitat del Pintor, el que llamó más mi atención fue el piano. Encima se encontraba una colección de pinceles de camello gruesos y delgados, biografías de pintores, fotografías de una mujer con un niño que jugaban con la luz, a su lado había grabados de dioses hindúes y pergaminos con caligrafía china. La personalidad del Pintor se reflejaba en ese piano: todo el occidente cargaba al oriente, un objeto que se fragmentaba en otros.

“En un cuento de Las mil y una noches se dice que nosotros somos los hilos con que Alá teje el Universo. Sin nosotros no hay tiempo, sin nosotros el mundo perece”, el Pintor me muestra un cuadro en el fondo de su habitación, dos mujeres desnudas entrelazándose desde sus entrepiernas, doblándose en forma de doble hélice y sus bocas se unían al final. El Pintor se queda absorto mirando el cuadro.

Intenté hablar con el Ho Chi Minh. Me dijo algo y después me extendió su cigarrillo de hierba, fumé. El Demiurgo esa noche se mantuvo callado.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87