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Ataúd campesino (1895) Aleksander Gierymski |
Entre los científicos reaccionarios y ortodoxos, existe un filósofo
de la ciencia que les causa un desasosiego que a veces los lleva a la rabia: Paul
Feyerabend. Discípulo de Karl Popper y condiscípulo de Imre Lakatos, dos de los
grandes filósofos de la ciencia que trataron de rescatar la objetividad del
sistema científico occidental, Feyerabend se rebela contra esas posturas y
postula el anarquismo epistemológico.
«Lo que los racionalistas clamando
por la objetividad y la racionalidad intentan vender es una ideología tribal
propia», nos dice Feyerabend. Este filósofo deja a un lado la dimensión
racional de la ciencia y dice que hay otros dos campos a considerar: el
histórico y el cultural. La verdad en la ciencia depende en gran medida de las
circunstancias sociales y económicas en las que se desarrollan los científicos.
Se nos dice en el artículo “La
epistemología según Feyerabend” de Ulises Toledo Nickels: «…sólo se podría
adjudicar una calidad superior [de uno de los estilos cognitivos] si
arbitrariamente se opta por las pautas de evaluación de uno de ellos y, a
continuación, se aplican tales criterios a los estilos alternativos […] el
procedimiento garantizaría el triunfo del modo de conocer que se ha
privilegiado, es decir: del que avala el poder y que, no necesariamente, es
verdadero.» ¿Cuáles son las pautas de evaluación de la ciencia para considerar
una verdad y cuáles son las limitaciones de esas pautas de evaluación? La
crítica que hacen los científicos ortodoxos y reaccionarios hacia otras formas
de conocimiento, no lo hacen pensando en las limitaciones de sus herramientas
de evaluación sino en sus referentes de creencias y responden a las necesidades
que dicta el sistema económico en el que se encuentran inmersos: ¿Qué clase
aprovechará el constructo científico, el conocimiento que debería ser universal
y gratuito?
La estrategia “Quédate en casa” que
sigue hoy el gobierno mexicano, no ha resultado en zonas de pobreza y pobreza
extrema, como lo muestra la crónica de Santiago Arau [Ramírez Vega, N. “En las
colonias pobres la vida continúa: Santiago Arau”. El Universal. 19 de abril 2020 (en línea)], ya que dicha estrategia
surgió de científicos sociales que piensan en resolver la realidad de la clase
en el poder: los dueños de los monopolios de sectores estratégicos de la
economía. La industria camina, no gracias la inversión privada, sino al tiempo
de vida que le dedica la clase explotada para que se siga produciendo riqueza y
conocimiento.
«Históricamente, los modos de
percibir que consolidan una noción de la realidad y una racionalidad
correspondiente, han logrado imponerse frente a otras percepciones
equivalentes, cuando ciertos grupos sociales han logrado dominar a otros grupos
que poseían ideologías inconmensurables» [ibid. Toledo Nickels]. Si bien ha
habido un cambio en el control de la política científica, este nuevo grupo de
poder que se encuentra en el CONACYT aún está muy lejos de enfocarse en
resolver las necesidades de quienes producen la riqueza del mundo: la clase
obrera, los campesinos pobres y los explotados que tiene que salir de sus casas
cada día para poder sobrevivir en este capitalismo salvaje. La lucha entre los
dos grupos de la élite científica en México, no es una lucha científica sino
política, donde uno u otro exterminarán a sus miembros se según las necesidades
del sistema capitalista. Esto los llevara a un acuerdo que satisfará la
ambición de algunos de los personajes de estos dos grupos en pugna, así como
las líneas de investigación acordes a la construcción de un conocimiento útil
para mejorar los medios de producción que están en manos de los empresarios
extranjeros y nacionales.
Nos dice Feyerabend: «Vivir es un
oficio que solo puede ser comprendido por los que lo practican.» Quién más sabe
de la vida y sus problemas emergentes y urgentes que la clase que en este
momento mueve la economía del mundo, la clase que está en las calles en este
momento y que necesita soluciones acordes a sus necesidades.
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87