sábado, 11 de abril de 2020

«No sólo los políticos hacen demagogia, también los periodistas»

Turm zu Babel (1957)
Theo Gerber


El periodista de nuestros tiempos es un asalariado del sistema, eso lo limita de forma considerable al ofrecer una opinión o informar. Esa situación lo relega a ser un personaje de la corte: ya sea como escribano o bufón. En México el periodista tiene un salario raquítico. Por ese motivo viven siempre en estado de guerra (por la supervivencia): beben agua de lluvia, comen de los aperitivos de las conferencias de prensa y por la noche consumen bebidas fermentadas. A pesar de todo, la tradición literaria mexicana los ha dotado de un estilo que han refinado a golpe de teclado gracias a la explotación de las grandes empresas de comunicación. Estas características del periodista mexicano (su estilo literario refinado y su propensión al chayote o a tener principios ideológicos firmes) tienen su origen en dos grandes referentes en la prensa: Julio Scherer y Jacobo Zabludovsky.

En la novela El vendedor de silencio (Alfaguara, 2019), Enrique Serna, en la voz de su Carlos Denegri, describe a Scherer: «Su cabello rebelde no se había sometido nunca a la dictadura del peine. Con las cejas crecidas y enmarañadas, los labios gruesos y una mirada intensa, cargada de voltios, que denotaba fuerza moral, inquebrantables principios y valor para defenderlos, parecía un poeta romántico en una reunión de burócratas […] La rareza de su honestidad en un medio tan mercenario le había valido un apodo entre admirativo y burlón: el Mirlo Blanco.» También caracteriza a Zabludovsky: «[…] un tipo culto, carismático, trabajador, con agilidad mental y una apariencia de profesionista respetable que sabía explotar su astucia […] Maniatado por el gobierno, rara vez podía mostrar sus dotes de periodista, pero a cambio de esa limitación había logrado ganarse la confianza del auditorio pese a la desventaja de ser un judío en un país católico hasta las cachas. No me equivoqué al pasarte la estafeta, pensó: el nuevo Denegri eres tú.» ¿Quién ese tal Carlos Denegri? Fue maestro de ambos, padre del chayote institucional y del periodismo del México contemporáneo.

El vendedor de silencio es una novela histórica que recorre los andamios que construyeron la labor de prensa en México a mediados del siglo XX, una narración que tiene como personaje central a Carlos Denegri. La obra de Enrique Serna describe la vida de Denegri como joven revolucionario, junior diplomático y genio de la crónica, recorriendo su actitud misógina y etílica ante la vida: «Soy la bête noire más aborrecida por los idealistas de izquierda, pensó, pero puedo jurar que ninguno de ellos tomará el Palacio de Invierno si no llegan a parecerse bastante a mí.»

A través de los ojos de este cínico exrevolucionario, recorremos, no sólo la naturaleza social de su época, sino los chismes de la farándula política e intelectual. Es exquisito como Denegri narra las debilidades de escritores, empresarios y políticos. Su humor negro por momentos te hace simpatizar con su causa. ¿Cómo Denegri sabía todo el entretejido de la vida de la alta clase burócrata y burguesa?: «[…] el poder de un periodista dependía en gran medida del tamaño y la calidad de su archivo.» Denegri tenía un gran archivo porque, a pesar de ser un mezquino, sí ejercía su labor periodística con profesionalismo. No eran sólo sus contactos lo que lo hacían un gran periodista sino lo que conocía e intuía; y la intuición es la musa de los genios y de los amantes de la Verdad.

«No sólo los políticos hacen demagogia, también los periodistas», advierte Denegri a todos sus descendientes en la prensa. Por sus preguntas conocerás la ideología de los periodistas. El periodista nunca es imparcial ¿Cuál es la intención de los periodistas ahora en la crisis que padecemos?

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

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