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El pensador (1902) Auguste Rodin |
La maldición del periodista es la de opinar sobre un tema en
el que no es experto. Generalizo: la maldición del que opina radica en que
realizamos ese acto sin ser expertos en el acontecimiento. Todos tenemos una
opinión porque sabemos algo sobre ese asunto. La opinión surge de la necesidad
del saber, de tratar de entender para predecir y tomar precauciones. Ésta fluye
aún más en tiempos de emergencia, cuando nos enfrentamos a algo nuevo.
En el diálogo platónico Teeteto, Sócrates caracteriza la opinión
de la siguiente manera:
«Sócrates: […] hemos adelantado lo
suficiente como para no buscarlo [el saber] de ninguna manera en la percepción
[los sentidos cerebrales y las emociones], sino en aquella otra actividad que
desarrolla el alma cuando se ocupa en sí misma y por sí misma lo que es.
Teeteto: Yo creo, Sócrates, que esta
actividad del alma se le llama opinar.»
Esta ocupación del alma, en términos materialistas, es el
trabajo de la mente. La mente de un ser se conforma de todos los referentes
teóricos (conceptos), artísticos (espíritu), empíricos (experiencia) y
religiosos (creencias) que la sociedad ofrece. Por lo tanto todas las mentes
pueden manifestar su opinión porque saben algo, si lo que manifiestan es
verdadero o falso es otro asunto.
Una opinión verdadera es más útil
que una falsa, así de trivial es saber qué opiniones tomar en cuenta. Una
opinión verdadera viene siempre de una persona sabia: ¿Acaso para recuperar la
salud le pediríamos opinión a un mecánico, un abogado o un escritor? ¿Acaso
para arreglar un motor pediríamos la opinión de un médico, un maestro o un
campesino? ¿Acaso para los consejos sobre la vida le pediríamos opinión a un
niño de tres años? La medida de las cosas debe ser la del más sabio. Es sabio
quien ha experimentado y reflexionando sobre el asunto por un largo tiempo. Nos
dice Sócrates en el Teeteto: «… la
opinión falsa es una opinión errónea que se produce cuando alguien confunde en
su pensamiento dos cosas, ambas existentes, y dice que una es la otra.» ¿Cuántas
veces hemos oído a los periodistas confundir las estimaciones con datos exactos
o dar como infalible un método sobre un asunto tan complejo como el que
padecemos? Por eso para sacar provecho de la opinión de un sabio debemos
aprender a preguntar y para realizar cuestionamientos hay que tener claro los
conceptos básicos del acontecimiento que queremos analizar.
Es difícil hacer cambiar a una
persona de opinión porque es decir que lo que piensa está mal, es como amputar
una parte de su alma según la definición socrática de opinión. Por ello un
método más plausible para el diálogo es cuestionar primero los conceptos que
maneja la persona: ¿qué entiende por virus?, ¿cómo cree que funciona el método
centinela?, ¿cómo compara esta situación con la del virus AH1N1? En las
preguntas se encontrarás su ideología del ser. En la pregunta se encuentran los
conceptos que maneja el individuo, con qué los relaciona y hasta donde puede
llegar su razonamiento.
En la escuela nos enseñan las
respuestas, pero lo que deberíamos aprender es a preguntar. Armar una hipótesis
es el primer paso en el método clásico de la ciencia y ésta surge de una
pregunta. Ahora en este acontecimiento emergente, nos estamos enfrentando con
algo que es nuevo. Buscamos respuestas antes de las preguntas y creo que
deberíamos cuestionar por cada afirmación que se nos haga, no a través de
nuestro supuesto saber sino por medio de lo que ignoramos: ¿Cuál es el plan de
rescate para los trabajadores? ¿Qué escenarios prevén para la situación social
y económica de los explotados? ¿Cuál es la razón de que exista un rescate para
los grandes empresarios y no para los trabajadores? Explorar un nuevo paisaje,
a veces nos hace caminar en círculos, pero al final siempre nos hace crecer en
el conocimiento, en prever un futuro mejor para quienes realmente mueven el
mundo y producen sus riquezas: aquellos que no pueden quedarse en casa.
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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