sábado, 6 de abril de 2019

Manifiesto demiúrgico I

El jardín de las delicias (1510-1515). El Bosco
Fuente: WkiArt

La dinámica del conocimiento tiene cuatro ingredientes fundamentales: el caos, la metáfora, el orden y la paradoja. A partir de estos cuatro ingredientes se configuran sistemas y obras. Una de las formas favoritas de comunicar obras y sistemas es la narración. Por eso una buena narración es una buena verdad, una que es aceptable para quienes la escuchan. Si ésta es verosímil y entretenida, el receptor genera un aprendizaje que se configura a partir de lo que el narrador problematice.

Para narrar se necesita describir a los personajes: cuál es su comida favorita, qué le desagrada de su vida cotidiana, qué traumas sufrió en su infancia entre otras preguntas que va realizando el narrador para capturar el segmento de espacio-tiempo donde se desenvuelven los actores que crea. La narración pone a prueba, en un campo de simulaciones, los actos morales e intelectuales. Por lo tanto una narración contiene los elementos necesarios para generar una situación compleja que permite estudiar los elementos fundamentales del conocimiento. Esta forma de comunicación convierte al narrador en un demiurgo, un ser que crea y armoniza universos.

Sin embargo el demiurgo en la Tierra está sujeto a sus necesidades urgentes y emergentes: comer, reproducirse, amar entre otras acciones que invaden a la Naturaleza. Por lo tanto toda su obra es violenta. La violencia en la obra radica en su capacidad de irrumpir en la mente (casa de las ideas que se localiza en la frontera de lo divino y lo humano). Una obra, cuando es potente, genera un acto revolucionario. En ese sentido la obra es un delicado aguijón o una mordida voraz. La violencia en la obra es consecuencia del carácter biológico del sujeto que le exige mantener su manifestación física y que se mantiene mínima cuando no cae en el vicio de los placeres.

¿Qué narrar? El caos, el cual es el crisol de donde surge el orden. El caos es la incertidumbre que surge de algún fenómeno del cual desconocemos sus principios básicos. Nuestro cerebro y nuestra mente tienden a configurar y descifrar esos fenómenos. Eso lo podemos vivenciar cuando leemos una novela y nuestro cerebro crea imágenes de los personajes, del espacio y el tiempo en el que se desarrolla la historia. También lo podemos experimentar en las ilusiones ópticas o cuando opinamos sobre un tema. La potencia del orden es directamente proporcional a la potencia de la metáfora y ésta se vuelve más poderosa entre más la alimentamos. Ésta se nutre de la experiencia sensorial del sujeto y lo que éste puede asimilar mentalmente. La perfección del demiurgo llega con los años y el compromiso con su búsqueda intelectual y ética. La metáfora se vuelve más poderosa en tanto que el demiurgo sea más disciplinado y tenga claro su objetivo.

La metáfora es el puente entre todos los conocimientos, entre todas las experiencias, entre todos los espíritus. La metáfora es la imagen, la posibilidad, la utopía, la fuerza motriz del intelectual. La metáfora, según José Lezama Lima, está:

«En medio de las aguas congeladas o hirvientes,
un puente, un gran puente que no se le ve,
pero que anda sobre su propia obra manuscrita,
sobre su propia desconfianza de poderse apropiar
de las sombrillas de las mujeres embarazadas,
con el embarazo de una pregunta transportada a lomo
de mula
que tiene que realizar la misión
de convertir o alargar los jardines en nichos
donde los niños prestan sus rizos a las olas,
pues las olas son tan artificiales
como el bostezo de Dios.»

Pero ese puente puede caer bajo el peso de la paradoja. Todo puente tiene fisuras porque sus materiales traen el signo de la imperfección del demiurgo terrestre. Una paradoja es una crisis, un evento que no se esperaba, es la muerte. La paradoja es la bala que mata a la metáfora pero ese cadáver metafórico, que apesta a caos, sirve de abono para un nuevo orden y el surgimiento de nuevos demiurgos terrestres, nuevos sistemas y nuevas obras.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

No hay comentarios:

Publicar un comentario