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Clair Patterson Fuente: Página web de Caltech |
A lo largo de la historia de la ciencia se ha demostrado que todo los fenómenos naturales y sociales, que antes se pensaba que eran rígidos (eternos), son en realidad flexibles (en constante cambio). Engels, en su obra Dialéctica de la naturaleza, nos dice: «lo que se consideraba eterno pasaba a ser perecedero y la naturaleza toda se revelaba como algo que se movía en perenne flujo y eterno ciclo».
La ciencia también se rige por la base económica. A través de la ciencia, es decir, la interpretación de los datos que se obtienen de la naturaleza, grupos de científicos mercenarios, a sueldo de las transnacionales, han tratado de usar la inmutabilidad del universo como argumento para justificar que el sistema es eterno, inamovible e invencible. Sin embrago otro grupo, aquel que busca la verdad y entiende que la naturaleza «se revelaba como algo que se movía en perenne flujo y eterno ciclo», han mantenido una lucha contra quienes quieren conservar una base económica que es dañina para el ser humano y la naturaleza. Uno de esos científicos fue Clair Patterson y su lucha se desató a través del descubrimiento de la edad exacta de la Tierra.
El primer intento de calcular la edad de la Tierra proviene de las investigaciones bíblicas del obispo irlandés James Ussher quien comparando la fecha de muerte del rey babilónico Nabucodonosor, quien aparece en el Antiguo Testamento, y la genealogía de los profetas anteriores a ese acontecimiento, calculó que Dios creó la Tierra el 22 de octubre del año 4004 antes de Cristo a las seis de la tarde. Este dato se arrojó en el año 1650, es decir, un poco más de veinte años después del juicio de Galileo quien demostró, aunque con algunas lagunas de datos que después Kepler rellenaría, que la bóveda celeste no era inmutable y después de medio siglo de la tesis entre las cosas naturales y las divinas de Giordano Bruno que dicta que la Biblia sólo es un compendio de historias que nos enseñan una moral y ética (la cristiana) y si queremos saber sobre la naturaleza necesitamos ir a los hechos y usar la razón.
Los hechos: el uranio es un material radioactivo que decae en plomo. Ese decaimiento tarda miles de millones de años. Los meteoritos, residuos del violento nacimiento de nuestro planeta, contienen una cierta cantidad de plomo que si se compara con la cantidad de uranio de ese mismo objeto celeste, podemos deducir la edad de la Tierra incluso de nuestro Sistema Solar. Clair Patterson, quien creó y usó por primera vez un cuarto ultralimpio para evitar la contaminación por plomo ambiental de sus muestras, encontró que la edad de la Tierra es de 4500 millones de años. La razón: Sin embargo siguió utilizando su cuarto ultralimpio para comparar muestras de las aguas superficiales y profundas del Océano Pacífico y capas de hielo superficiales y profundas de la Antártida. Encontró que el plomo era cientos de veces mayor a lo que se esperaba y que éste sólo podía provenir de las gasolinas y pinturas que fabricaban las industrias petroleras y químicas.
El plomo es una neurotoxina y esto se sabía desde la época de la Antigua Roma. Sin embargo como eran los esclavos quienes sacaban de las minas este material y, en el actual sistema capitalista, los obreros quienes manejaban esta sustancia por lo tanto quienes sufrían alucinaciones que los llevaban a la muerte; a los esclavistas y a los capitalistas no les interesaba la muerte de sus explotados mientras las ganancias y privilegios para ellos siguieran inmutables. Por ejemplo, para acabar con la razón de que el plomo es dañino, la empresa General Motors contrató a Robert Kehoe para justificar que la cantidad de plomo estuvo y seguirá estando en la misma cantidad en el ambiente por lo tanto no es dañino para la salud. Sin embargo Clair Patterson sabía que la naturaleza cambia, se mueve y evoluciona, con esa convicción pasó veinte años en las cortes estadounidenses para lograr, en 1970, la prohibición del plomo como material en pinturas, gasolinas, juguetes y otros productos.
Los sistemas no son eternos, la naturaleza física y social cambia constantemente, lento como los millones de años que necesita la aparición de una nueva especie o cientos y decenas de años de prueba y error de las revoluciones, pero al final nada es eterno y el sistema social, como el natural, están propensos a evolucionar: sólo hay que dar un empujón.
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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