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Donna Strickland Fuente: Página oficial del Premio Nobel |
El 10 de diciembre de 2018 se celebró en Estocolmo (capital de Suecia) una ceremonia donde se hizo entrega el Premio Nobel de Física que la Academia Real Sueca de Ciencias otorga cada año. Los 870000 euros (casi veinte millones de pesos equivalentes a 40 casas promedio del INFONAVIT), que vienen con el premio, se repartieron entre tres científicos: Arthur Ashkin (Estados Unidos, 1922), Gérard Mourou (Francia, 1944) y Donna Strickland (Cánada, 1959). Se les concedió por “sus innovadores inventos al campo de la física del láser”.
Ashkin, quien recibió la mitad
del premio por “sus pinzas ópticas y sus aplicaciones a sistemas biológicos”,
ha trabajado en su invento desde 1970 y ha revolucionado la manipulación fina,
desde un nivel molecular, de las células y sus propiedades: «"Las pinzas
ópticas han abierto un mundo de posibilidades. Permiten coger una sola molécula
y aislarla del resto en el espacio. Es algo que nunca se había conseguido y que
ha permitido estudiar la biología celular y molecular como si fueran objetos
macroscópicos. Es como estudiar las piezas de un reloj", señala Arias
González, del Instituto Madrileño de Estudios Avanzados en Nanociencia.»
[Ansede, M. “Premio Nobel de Física 2018 a “las herramientas hechas de luz””. El País. 2 de octubre de 2018 (en
línea)]
Lo anterior no pudo ser posible
sin el desarrollo de la tecnología láser. Donna Strickland y Gérard Mourou,
quienes recibieron un cuarto del premio cada uno por “su método de generación
de pulsos ópticos ultra cortos de alta intensidad”, han trabajado por mejorar
la potencia de los láseres: «Durante mucho tiempo, se pensó que la potencia del
campo es limitada porque el cuerpo del láser es capaz de soportar solo una
densidad determinada de la energía. Los dispositivos láser alcanzaron este
límite en los años 80. Las investigaciones que requerían una mayor potencia se
consideraron como ciencia ficción», señala Serguéi Popruzhenko, profesor
titular del Instituto de las tecnologías de láser y plasma de la Universidad
Nacional de Investigaciones Nucleares (MEPhI) de Rusia (Moscú) en una
entrevista para el portal Sputnik, «En
1985, Gerard Mourou y Donna Strickland encontraron la posibilidad de salir
fuera de este límite. Hacia aquel momento aparecieron los láseres que
produjeron impulsos de radiación de longitud supercorta. Se puede alargar el
tiempo de un corto impulso de láser con el uso de un sistema de prismas o redes
de difracción de modo que cambie su color desde el inicio hacia el fin haciéndose
más rojo de un lado y más azul del otro. Tal impulso cambia su color desde el
inicio hacia el fin.» [“Hacer explotar el vacío: el Premio Nobel incentiva el
desarrollo de la ciencia”. Sputnik.
14 de diciembre de 2018 (en línea)]
El láser es un medio de
producción muy importante. Esta tecnología ha mejorado los procesos de
fabricación de artículos y servicios que ahora son de primera necesidad:
cirugías, termómetros, fabricación de autos, diseño de instrumentos ópticos entre
otros. Por ello para el desarrollo económico es muy importante su investigación.
Sin embargo, una herramienta que ha tenido un avance tan extraordinario durante
casi cuarenta años, ¿quiénes son los que acceden a esta tecnología?, ¿cuántos
conocen sus aplicaciones y pueden participar en su desarrollo?, ¿cómo
introducir esta tecnología en las escuelas y aprender a masificar ese conocimiento?
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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