domingo, 23 de diciembre de 2018

Recorte déjà vu

Fuente: @MarchCiencArCABA (vía Twitter)


La expresión francesa déjà vu, que en español significa “ya vivido”, se refiere a un estado psicológico donde la persona cree haber pasado por la misma situación. La comunidad mexicana universitaria y científica sufre un déjà vu. El gobierno quiso reducir el presupuesto de las universidades y la investigación científica y tecnológica. Salen a reclamar las cabezas de las principales universidades e institutos científicos del país. El gobierno recula y decide echar para atrás su intento de recorte. La opinión pública parece haber ganado y todos de nuevo a sus aulas y laboratorios. Pero en realidad quiénes son los verdaderos beneficiarios.

«William Lee [actual coordinador de Investigación Científica de la UNAM] aseveró que por la situación financiera actual de México y el mundo, EL RECORTE ES NECESARIO, pero no debe ser de tal magnitud» [Olivares E. “El recorte a ciencia y tecnología, de 10 por ciento, no de 23, proponen especialistas”. La Jornada. 21 de septiembre de 2016 (en línea, mayúsculas mías)]. Esto fue una declaración de hace dos años sin embargo ahora aparece, en el portal de la Coordinación de la Investigación Científica de la UNAM, el comunicado donde la máxima casa de estudios de México señala como error ese recorte: ¿qué hace cambiar de opinión a un coordinador que creía conveniente un recorte del 10 por ciento? ¿Qué intereses defiende: los de la clase privilegiada de la ciencia o la de los técnicos, académicos y universitarios?

Cabe recordar la crisis mediática que tuvieron algunas universidades que «participaron en el presunto desvío de recursos con dependencias federales a través de convenios para hacer supuestos servicios que no se cumplieron porque terminaron en empresas fantasma, como lo documentó la investigación periodística La Estafa Maestra.» [Roldán N. “Baja presupuesto a universidades estatales y recortan becas; AMLO justifica que se hará más con menos”. Animal Político. 17 de diciembre de 2018 (en línea)] Con este antecedente ¿se puede confiar en las autoridades universitarias para la administración de los recursos que lleguen del gobierno federal? ¿A quiénes se reparten?

Esta situación de recortes no es algo que sólo sucede en nuestro país. Por ejemplo, en Argentina, la política neoliberal de Macri ha reducido el presupuesto a universidades y ha afectado el trabajo de académicos y técnicos que laboran en los institutos de educación superior de este país. Además la comunidad académica argentina «denuncia que la falta de dinero terminará por promover el éxodo hacia las universidades privadas […] cientos de científicos e investigadores marcharon frente al Congreso.» [Rivas F. “Un reclamo salarial paraliza a todas las universidades públicas argentinas”. El País. 21 de agosto de 2018 (en línea)] ¿Puede que el recorte haya sido un intento de privatizar la educación superior en el país ahora que es obligatoria?

Por otro lado «las 100 Universidades para el Bienestar Benito Juárez García, una de las promesas de campaña de López Obrador, serán operadas por la Dirección General de Educación Superior Universitaria de la SEP y tendrá mil millones de pesos de presupuesto.» [Roldán N. “Baja presupuesto a universidades estatales y recortan becas; AMLO justifica que se hará más con menos”. Animal Político. 17 de diciembre de 2018 (en línea)] ¿Acaso se busca la subordinación de las universidades públicas a la SEP lo cual pondría en riesgo la autonomía de los institutos de educación superior? En una situación donde la innovación (término empresarial donde la investigación que reditúe ganancias es prioridad) es una línea de desarrollo para el plan nacional científico: ¿acaso la distribución de los recursos no sería dependiente a los intereses neoliberales?

En México, en vez de marchas conjuntas de la comunidad estudiantil y académica como se organizaron en Argentina, todo quedó en un comunicado donde unos cuantos sabrán en qué se gastarán el presupuesto universitario, un grupo que no les interesó las condiciones de los universitarios que estudian física, química, biología y otras disciplinas científicas. Sin embargo la culpa se comparte, no sólo con el gobierno de Andrés Manuel López Obrador que tiene la obligación de apoyar al campo científico y tecnológico así como la autonomía de las universidades públicas, sino con aquellos que con su análisis simplista que se reduce a pedir más dinero sin reflexionar para qué o quiénes debe repartirse lo cual permite atropellos a la formación científica y tecnológica de los estudiantes del nivel superior, al empobrecimiento de los técnicos de los institutos científicos y, en consecuencia, al desarrollo de las comunidades mexicanas… Déja vu… creo que esto ya lo había escrito sin embargo, tristemente, seguirá vigente hasta que la juventud científica no se conforme con las migajas que avienten la burocracia y las testas coronadas de la ciencia en este país.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

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