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Viñeta de La madre |
Para la bisabuela Juana y sus dos Alicias
Hay una película que sugiere una situación que, entre
conservadores y reaccionarios, sería un sacrilegio. Tenemos que hablar de Kevin (2011) de la directora Lynne Ramsay
(Glasgow, Escocia 1969) nos cuenta la historia de Eva una escritora que tuvo
una vida plena de pareja y fue una gran viajera. Sin embargo al quedar
embarazada, se muestra indiferente a ese estado. Para ella, el parto no sólo
fue doloroso de forma física también en lo psicológico. La sociedad (que la
representan sus amigos y su esposo) le pide que ame ese estado de gracia en la
que se encontrarán la mayoría de las mujeres de este mundo. Por ello le resulta
difícil reconocerse como una “buena” persona y va perdiendo por momentos la
cordura. En toda la película Eva se ve en la penosa necesidad de ser una buena
madre, de cuidar y amar a su hijo a pesar de que éste la aborrece: ¿tiene una
madre derecho a renunciar a esa condición que le impone la sociedad?
La mujer como madre no tiene que
sacrificar su vida como persona por el sólo hecho de tener ese condicionamiento
biológico: maravilloso y único pero terrible a la vez. Pero esta sociedad, en
este sistema capitalista, antiabortista, en la figura de los valores burgueses,
considera a los hijos de la obrera como su propiedad: ¿acaso los movimientos
antiabortista no son un grito reaccionario contra la disminución de aquellos
que en el futuro explotarán, un grito contra la emancipación de la mujer?
Por ello la novela La madre de Maximo Gorki es un ejemplo
para las madres revolucionarias, para aquellas que conocen las injusticias y el
hambre del mundo y desean remediarlo. Esa obra muestra cómo se puede vencer el
miedo para superar el estado de sumisión y abnegación que la clase burguesa nos
vende como características de la “buena madre” y que la afirma a través del
cine, la televisión y demás medios de comunicación.
Qué festejarán las madres que tienen que vender su cuerpo
para darle de comer a sus hijos, qué festejaran las madres que los perdieron en
una guerra que trató de legitimar a un presidente espurio, qué festejarán las
madres de los activistas muertos. Un festejo no es posible cuando hay miles de
madres que han perdido sus hijos bajo la brutalidad del Estado mexicano que ve
con indiferencia los reclamos de justicia. Los asesinos de hijos siguen fuera,
gozando de impunidad.
Qué burdas y fuera de contexto son las fiestas, las
kermeses, los concursos en las escuelas para las madres, que toda la lucha de
la mujer se reduzca a comer en restaurantes y dejar la miserable quincena en
una tienda de flores y regalos.
Por ello mis felicitaciones van
para aquellas madres que buscan a sus hijos desparecidos por la violencia de
gobiernos títeres al servicio de las transnacionales. Conmemoro a las Madres de
Plaza de Mayo y a las Madres de los 43 por luchar y exigir justicia. Conmemoro
a las madres que luchan día a día a contracorriente contra el camisón de fuerza
que quiere imponerles el sistema. A aquellas que han vencido la desesperanza
para combatir a la prejuiciosa y reaccionaria clase burguesa; para construir un
mundo mejor.
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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