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El complot mongol (1977) Fuente: Cineteca Nacional (México) |
Al leer las buenas críticas en periódicos y revistas nacionales sobre la película El Complot Mongol (2019) decidí ver la adaptación de una de las novelas más representativas del tema policiaco en México. Sin embargo salí decepcionado de la sala. Hasta para hacer negocios, los burgueses del cine mexicano son inútiles ¡Pinche nuevo cine mexicano!
El Complot Mongol (1969) de Rafael Bernal es una novela que narra
la historia de Filiberto García quien es un matón profesional, un ser remanente
de la época de los caudillos mexicanos. Uno de sus superiores, quien García lo
llama el Coronel, lo presenta con Rafael del Valle quien es un político
presidenciable. Ambos lo mandan a Filiberto a investigar (aunque en realidad a
quien obedece García es al Coronel) con sus contactos en el barrio de Chino de
la calle Dolores de la CDMX, un rumor que viene de la Mongolia Exterior, la
China Comunista. Éste dice que existe un supuesto complot contra el presidente
de los Estados Unidos en su visita a México. Para resolver el caso tendrá ayuda
de dos espías: Laski, melancólico y de risita nerviosa, de la Policía Secreta
Rusa y Graves, amante de la ley y frio en su trabajo, del FBI. Más allá de una
novela policiaca, noir (negra) o cómo
quieran llamarla los críticos chayoteros de la película de del Amo, es una
novela de espías desde el punto de vista de un mexicano. Una novela de intriga
internacional que se enmarcan en un México donde los militares van perdiendo
poder y las instituciones, con los políticos trajeados al mando, van tomando
las riendas de este país.
Sólo se han hechos dos
adaptaciones fílmicas de esa novela. La primera la realizó en 1977 Antonio Eceiza
(Mina, viento de libertad) y tuvo como
guionista a Tomás Pérez Turrent quien no sólo era escritor y crítico de cine
sino en su historial como guionista se encuentran Las Poquianchis (1976) y Canoa
(1975), clásicos del cine mexicano donde se muestra una realidad subterránea
del país, como la que enseña en su guion de El
Complot mongol de 1977. A pesar de tener un bajo presupuesto, el guion
compensa las deficiencias tecnológicas de la filmación. Muestra una narración
fiel a la esencia de la novela de Bernal, sin exageraciones vulgares. Lo cual
no se puede decir de la adaptación de del Amo. En un comentario en Twitter se
dijo que el actual cine mexicano estaba en una crisis como los setentas y
ochentas, que lo que se hace es un cine de ficheras. El Complot Mongol (1977) de Antonio Eceiza fue una pepita de oro
entre la inmundicia de películas de burdeles y vulgaridades que prevalecía en
las salas mexicanas, filmes que tal vez contribuyeron a una generación de
femenicidas e ignorantes felices ¡pinche cine de ficheras!
Sebastián del Amo tuvo la
oportunidad de hacer algo extraordinario sin embargo prefirió realizar un
bodrio de una gran historia. El diseño de arte de la película es la muestra de
una visión de alguien que no entendió la novela y refleja en la pantalla sus
valores rancios burgueses. Los chales (la designación mexicana a los chinos)
que se muestran en la película son lo exótico en el snobismo. Dicha tendencia del
Amo ya la ha mostrado en su película biográfica Cantinflas (2014), un snobismo que parece heredó de las telenovelas
de Televisa. Son una bofetada a lo que Liu y Fu representan como chales:
discreción que oculta sus misterios: «a los niños se les enseña a no vel, no
oíl, y no hablal, honolable señol Galcía, por eso nos aglada usted».
Para una película con tan poco
presupuesto, la cual fue de casi un millón y medio de dólares según el portal
IMDB, pero una gran distribución (de la cual se encargó Cinépolis) debería ser
prioridad la dirección de arte y el guion. Gastar en un buen guionista te garantiza
una buena historia que envolvería al espectador y compensaría con creces la
falta de actores y actrices famosos. La dirección del arte, si se tiene el
talento o el deseo necesario para ambientar la película como lo hizo Eugenio
Caballero con Roma, haría verosímil
lo que el director quiere contarme. Sin embargo ambos elementos están ausentes.
También se perdió la posibilidad de lanzar nuevas celebridades. La adaptación
de un clásico es una buena oportunidad para ver nuevas caras en la pantalla grande
y dar un verdadero nuevo impulso al negocio del espectáculo.
En una entrevista Sebastián del
Amo habla sobre su versión de Filiberto García: «uno como lector está leyendo
continuamente lo que Filiberto García piensa, y descubre que es un cursi».
Filiberto Gracía no era cursi era un matón profesional, un hombre con mucha
soledad y ésta no se presta para cursilerías sino para reflexiones, era un
personaje melancólico y tenía muy bien establecido cuál era su lugar en el
mundo. Por eso es un personaje muy atractivo. También en dicha entrevista da su
opinión respecto a la película de Eceiza: «La película del ´78 es muy de su
época y el personaje de Armendáriz es muy machín, en demasía creo yo, y el de
Bernal tiene más matices que Damián se los da.» Claro que Filiberto Gracía es
machín, su vida sucede en un México violento y machista, donde no tuvo más
opciones que volverse “una fábrica de pinches muertos” para sobrevivir y en el
camino adoptar la misoginia. Un personaje contradictorio y políticamente
incorrecto en nuestra época. El personaje es cruel y sus reflexiones son
productos de sus asesinatos, es su forma de reaccionar ante la violencia como
se lo haría ver Laski. Sebastián del Amo omite el representativo pinche del
vocabulario de Filiberto García, hoteles de segunda los convierte en hoteles de
lujo y censura pellizcos de pezones. Tal vez el ego de del Amo, quien escribió
el guion de su visión de la novela de Rafael Bernal, arruinó un clásico para
las siguientes generaciones. ¡Pinches nuevas generaciones del cine mexicano!
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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