domingo, 7 de marzo de 2021

Fugarse al purgatorio



A causa de los pecados o las deudas, a veces huir es necesario. Cuando nos fugamos, buscamos un refugio donde anclar y esperar que los vientos cambien. Eso es lo que significa En rada de Joris-Karl Huysmans.


Huysmans fue un autor francés del siglo XIX que se le reveló los males de la ciudad y del campo. Desde su visión, los nuevos placeres y valores de la modernidad de los albores del siglo XX contaminan el espíritu. Huysmans añoraba la época medieval con la misma fuerza que un noble feudal rememoraba su época antes de la llegada de la burguesía. Después de su entusiasmo por el naturalismo, rompió con éste buscando una complementación con el espiritismo. Este viaje lo llevó al mundo de los rituales satánicos. Abandonó esa travesía y buscó su redención en un monasterio. Sus últimas novelas hablan sobre su iluminación católica.


En rada cuenta la fuga a la campiña francesa de Santiago quien era un parisiense que «no servía para nada, incapaz de prenderse por las ocupaciones rebuscadas de los hombres, inepto para ganar dinero y hasta para guardarlo [sin embargo] tenía a su favor inmensas lecturas». En esa huida, le hace compañía Luisa, su esposa, quien pensaba «que el marido, el padre, o el amante fue puesto sobre la tierra para subvenir a las necesidades de la mujer, para mantenerla, para ser, la bestia que da pan». Su relación es amorosa y cálida, sin engaños, «dispuestos ambos a sacrificarse sin escrúpulos el uno por el otro». Sin embargo los verdes campos y la calidez del sol sobre los hombros de los campesinos que describe el naturalismo, presentan toda su pestilencia en la experiencia de Santiago: «”¡Y qué farsa es eso del oro de los trigos!”, se dijo mirando a lo lejos los manojos color de naranja sucia reunidos en pilas […] bajo un cielo de un imitable azul, individuos despechugados y velludos hediendo a pringue y serrando, a la vez que la mies, matas de añublo». Estas son las visiones de un señorito como los actuales que viven en su burbuja de privilegios.


La fuga de Santiago es a causa de las deudas y su rada donde espera que los vientos cambien su situación económica. Su rada es un purgatorio. Pagará sus pecados por creer en las falsedades de los poetas y novelistas que tanto leía.


Cuando huimos, no siempre encontramos un refugio de paz sino un purgatorio donde expiamos nuestros pecados y deudas (económicas, espirituales o sociales). La expiación de Santiago pasa por soportar los rústicos modales de sus primos, los extremos cambios del tiempo atmosférico, las chinches que le dejan molestos escozores entre otras patéticas formas que tiene el campo de castigar a la soberbia de un citadino: «Melancólicamente pensaba Santiago en este cínico bandidaje de la naturaleza tan servilmente copiada por el hombre». Santiago lo sufre soñando sobre la Luna y los reyes, Luisa tratando de sobreponerse a su enfermedad en un castillo derruido y húmedo.


En un purgatorio se puede imaginar estar fuera, no en un mejor lugar, sino fuera, acaso en un sueño, en una revelación o en una idea proveniente del mundo onírico: «Y sonriendo, pensó que, a pesar de todo, era un país bien singular la Luna, donde no había vapor ni vegetación ni tierra ni agua, sino nada más que rocas y estelas de lava, nada más que circos estratificados y volcanes muertos. Y además, ¿por qué la astronomía había conservado esos nombres inexactos, esas calificaciones añejas y bizarras con que los viejos astrólogos bautizaron las hileras de llanuras y de montes?»


El enemigo a vencer en un purgatorio es la angustia. Vencer ese temor que viene de la transformación, de mirarte distinto a la forma que tenías antes de iniciar el viaje: «... es propio de la angustia encarnizarse con las almas elevadas que abate, insinuándoles gérmenes de pensamientos infames», Santiago reflexiona y nosotros reflexionamos con él: ¿Qué le angustia a usted, querido pecador lector?


Raúl Fierro

Casa de las Ciencias de Oaxaca

Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca

51 7 50 87


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