sábado, 28 de noviembre de 2020

Y luego mi vida

 

Portada del libro
Fuente: Amazon

Una serie de malas decisiones y luego mi vida

Pia Watson

México, 2019

 

Esta novela puede clasificarse como de iniciación. A través de los ojos de Alejandra (no Alex, no Ale) vemos como crece su curiosidad, se cuestiona sobre el lugar en el mundo y aprende a tomar decisiones. Es la historia de un salto de fe. Es una búsqueda de la identidad, un encuentro con una parte de la verdad de este mundo.


Una serie de malas decisiones… narra la vida de Alejandra hasta su madurez. Es la historia de una adolescente que al escuchar Another Brick In The Wall de Pink Floyd reflexiona: «Todos escuchábamos las mismas bromas, entregábamos las mismas tareas y nos movíamos ante la misma chicharra para caminar como zombis en coca al siguiente salón y repetir la acción el fin de los días, bueno hasta que llegaba la hora del almuerzo.»


La obra de Pia Watson simboliza, de forma elocuente, a la soledad. A través de las vivencias de Alejandra, describe un aislamiento sensible al dolor del mundo, un estado que le crea conflictos sociales. Sin embargo, es optimista y abre la posibilidad a los encuentros: «hay personas con las que uno se entiende de otras formas, sin necesidad de palabras, personas de la misma especie que uno.»


También, al abordar el tema de las decisiones (que nos llevan a cumplir nuestros deseos o a formar nuestra personalidad) es una novela que habla sobre la libertad. La libertad en el amor: «Porque en la naturaleza no hay marcos, en la naturaleza todo, absolutamente todo se desborda, incluso el amor»; y en la identidad: «Tener identidad parecía reducir las posibilidades infinitamente». La novela de Watson es la expresión de una decisión; de experimentar el terror y la maravilla de la libertad.


Otro punto a destacar de la novela son los destellos de lucidez de su personaje respecto a la sociedad y su dinámica: «Las necesidades nos han llevado a innovar, a crear, a socializar, un individuo se relaciona con otro individuo y ese reflejo refuerza los puntos únicos de cada uno». Es un libro sobre la construcción de referentes de una adolescente inteligente y llena de tribulaciones, como a veces nos hemos sentido en la vida que «si se le mira a los ojos, directo, puede encontrarse tan aterradora que paraliza.» Alejandra busca la verdad a través de sus observaciones porque tiene claro que: «Uno no puede escapar de sus propias verdades»


El estilo de Watson en Una serie de malas decisiones… me hace recordar a Tres Tristes Tigres de Guillermo Cabrera Infante. La autora experimenta con la palabra y da prioridad al ritmo, no tan vertiginoso como el escritor cubano, pero sí más amable, más tierno: «La ternura es una expresión poderosa del amor.» La prosa con la que construyó su obra es poética, está llena de imágenes: «El propósito es también un dragón, pero de otra especie: de fuego y elusivo» y de ciertos destellos de inteligencia juguetona: «Los gatos tienen tres nombres, dice T.S. Elliot; uno de humano que le dan los humanos, uno de gato que le dan los humanos, y uno de gato que solo ellos entienden.»


La acción más grande de la libertad de una artista es autopublicarse, la obra de Watson es una expresión de ese acto. Este libro llegó a mis manos como llega el amor, de improviso, sin avisar y a partir de una serie de decisiones que hicieron que Pipa Nevada me recomendara leerlo. Espero logre encontrar este libro tan exquisito: ¿Qué decisiones tomará hoy?


Raúl Fierro

Casa de las Ciencias de Oaxaca

Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca

51 7 50 87

sábado, 21 de noviembre de 2020

Los Científicos: Herencia ideológica del Porfiriato

Los Científicos  del Porfiriato

Durante una cena en la casa del diplomático oaxaqueño Matías Romero, se reúnen jóvenes intelectuales cercanos a Manuel Romero Rubio, Secretario de Hacienda y suegro de Porfirio Díaz. Entre los invitados se encuentran Enrique C. Creel (bisabuelo del político panista Santiago Creel), José Yves Limantour (agente del imperio francés), Emilio Rabasa (uno de sus descendientes es dueño de una de los editoriales más influyentes en México), Rafael Reyes Espíndola (intelectual oaxaqueño, padre del periodismo moderno en México) y Justo Sierra Méndez (uno de los fundadores de la UNAM) y la juventud de las familias que han obtenido su riqueza a partir del caos durante la Guerra de Reforma. En dicha tertulia se reunían a hablar de los textos de Gabino Barreda, a quien Benito Juárez envió a Francia y fue discípulo de Auguste Comte (fundador del positivismo). Ya han tenido varias tertulias y llegaron a la conclusión de que el país necesita políticas científicas para reafirmar la paz y el progreso que el presidente Porfirio Díaz ha logrado. Ese es el primer principio que aparece en el manifiesto de la Unión Liberal o, como se le conocería entre la población mexicana, el “Partido de los Científicos”.


Porfirio Díaz recibe de buen agrado sus propuestas quien, después de la muerte de Manuel Romero Rubio, nombra a Limantour como nuevo Secretario de Hacienda, puesto que le sirvió para aplicar el programa de “Los Científicos” en la política nacional: La integridad administrativa, la reorganización y apoyo presupuestario a sectores del gobierno en especial al Ministerio de Guerra, la elevación del progreso moral e intelectual por medio de una “educación firme” (sic), un sistema tributario que se base en verdades científicas y la construcción de una verdadera democracia mexicana.


El programa de “Los Científicos” sigue vigente en las políticas de nuestra nación. La integridad administrativa se ha convertido en combate contra la corrupción, el cual sabemos, de primera mano (v.g. casos Lozoya y Cienfuegos), siempre ha sido una falacia ya que este sistema premia la deshonestidad: en esta lógica capitalista, que para aumentar las riquezas se necesita de la explotación del obrero y el campesino pobre, ¿cómo se pude apelar a la honestidad en la burocracia? Respecto al manejo del presupuesto, este sigue beneficiando a las fuerzas armadas como lo podemos notar con el recorte en educación y ciencia: ¿en qué lógica cabe la idea de dar estabilidad económica y laboral a todos los egresados de los colegios militares y no a quienes terminan sus estudios en las escuelas normales, en qué lógica cabe el fortalecimiento del personal policiaco y militar en vez del personal educativo? En la parte educativa, esa firmeza se caracteriza por una represión sistemática a cualquier intento de movimiento magisterial por hacer una transformación en las prácticas sociales y las relaciones de producción: ¿cuál es la razón de la desacreditación del docente militante y el continuo ataque a las escuelas públicas por parte de los gobiernos tanto morenistas, priistas y panistas, cuál es la razón de recargar el gasto en electricidad e internet a los hogares mexicanos en vez de que el Estado se haga cargo de un rubro tan importante para el desarrollo intelectual y moral de los niños y jóvenes?


Para aquellos que añoran el Porfiriato, la historia reciente ha demostrado que no ha muerto. Sus ideas permean a la mente de los mexicanos y los intelectuales, ya se digan de izquierda o sean de derecha, siguen validando de forma consciente o inconsciente.


Por ello la formación de un intelectual obrero, sensible a las necesidades de su clase, es una labor imprescindible del docente militante. Hay propuestas y hay que escucharlas, aunque los espíritus chocarreros de “los Científicos” sigan envenenando la lucha de la población obrera y campesina.


Raúl Fierro 

Casa de las Ciencias de Oaxaca

Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca

51 7 50 87

sábado, 14 de noviembre de 2020

Gambito de dama: ajedrez, comunidad y patriarcado

Fotograma de la serie
Fuente: El Comercio/Perú

Vladimir Nabokov (Lolita, 1955) cuenta en el prólogo de su novela sobre ajedrez La defensa (1930), que su editor le pidió cambiar el tema de su obra por la música ya que ese juego es muy aburrido. Nabokov finalizó su amistad con el editor: «… de todos mis libros rusos, es La defensa, el que posee y difunde el mayor “calor”, lo que podría ser extraño si se tiene en cuenta cuán tremendamente abstracto se supone que es el ajedrez». Una gran parte de las personas cree que el ajedrez es algo inapetente y los medios casi no ayudan para cambiar esa situación. Sin embargo, Gambito de dama, la más reciente producción de Netflix, demuestra lo contrario.


Gambito de dama aborda la vida de Beth Harmon quien queda huérfana en la infancia al morir su madre en un accidente automovilístico. Al llegar al orfanato, tiene su primer acercamiento al tablero de manos del señor Shaibel (Bill Camp), conserje del lugar. Éste observa talento y dedicación en ella y la acerca a un amigo de su club de ajedrez quien la ingresa al mundo del juego ciencia. Así empieza su tortuoso ascenso hacia el conocimiento de sí misma. La interpretación del personaje principal por parte de Anya Taylor-Joy e Isla Johnston, como Harmon adulta y joven respectivamente, es excelente; transmiten esa lucha interna de Harmon por encontrar su lugar en un sistema que domina el hombre tanto en el ajedrez como en la sociedad.


En una entrevista para Vanity Fair, Jennifer Shahade, directora del programa de ajedrez estadounidense en su categoría femenil, habla sobre la serie y hace hincapié en la dominación masculina de este juego: «… sabía que la serie ayudaría a atraer a las mujeres a un deporte con mayoritaria presencia masculina […] Es más fácil para los niños seguir porque hay muchos más niños que juegan.» Muchos conocedores de este deporte compararon la vida ajedrecística de Harmon con la de Judith Polgár quien es famosa, no sólo porque participaba en los torneos absolutos los cuales incluyen a hombres y mujeres, también por haber entrado entre los diez mejores ajedrecistas de su tiempo entre los que se encontraba Gary Kasparov, asesor en Gambito de dama, a quien venció en una partida: «Ella tiene un talento fantástico para el ajedrez pero, después de todo, es una mujer. Ninguna mujer puede sostener una batalla prolongada», decía el Ogro de Bakú antes de que Polgár lo vapuleara.


No se puede uno desarrollar como ajedrecista de manera individual: «Lo que pasa con el ajedrez, que la serie muestra bien, es que en realidad es muy social […] Para jugar a un alto nivel, las amistades a esa red son muy importantes», nos dice Jennifer Shahade. En una escena hacen una crítica entre el pensamiento individualista estadounidense y el comunista soviético: «¿Sabes porqué los soviéticos son mejores? Porque ellos se apoyan y nosotros actuamos de manera individual», le dice el campeón estadounidense de ajedrez Benny Watts (Thomas Brodie-Sangster) a Harmon. También hace mención de la diferencia entre los apoyos que reciben los ajedrecistas entre un gobierno capitalista y comunista cuando en el campeonato nacional estadounidense hay poca cobertura de los medios y exiguo interés de la población en contraste con la sociedad soviética donde les pagan para jugar y su comunidad se encuentra más interesada.


Juan José Arreola, amante de este deporte, dijo sobre el ajedrez: «Se trata de un duelo de un hombre contra otro, donde lo que es la personalidad del hombre queda comprometida. Cada jugador lucha contra su enemigo interior que es su torpeza o sus hallazgos.» En Gambito de dama se refleja de manera excelsa, como lo indica su título, el gambito de una dama (sacrificio en términos ajedrecísticos) para desarrollar su espíritu.

 

Notación algebraica del gambito de dama: 1. d4 d5 2. c4; ¿cómo una apertura tan sencilla te puede llevar a complicaciones tan bellas?

 

Raúl Fierro

Casa de las Ciencias de Oaxaca

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domingo, 8 de noviembre de 2020

El ajedrez: derrota, humildad y obsesión

Esquema de la Defensa siciliana variante Nadjorf
Fuente: Chess.com

El ajedrez es un juego increíble. En 64 casillas, se puede encontrar un sin fin de configuraciones con las 16 piezas que conforman este juego-ciencia: cómo puede ser que en un juego limitado por reglas, espacios y números se pueda lograr una infinidad de movimientos, problemas, aperturas y defensas. Durante la cuarentena me he podido adentrar más en este mar inmenso de cuadros negros y blancos, del cual he aprendido del valor de la derrota, de la humildad en la victoria y de lo peligroso que es una obsesión.


José Raúl Capablanca, uno de los grandes jugadores de ajedrez y del cual Guillermo Cabrera Infante hizo una semblanza en su libro Mea Cuba, se le conocía como el Mozart del ajedrez. Su capacidad intuitiva para el juego-ciencia contrastaba con la potencia teórica de su archienemigo en el tablero: Alekhine. Decía Capablanca: “De pocas partidas he aprendido tanto como de la mayoría de mis derrotas”, esto demuestra un atisbo del camino de su genialidad. La derrota es una gran maestra de la vida y más para un jugador que tenía una vitalidad balzaquiana. Son asombrosas las anécdotas sobre sus juergas y cómo se curaba las resacas en partidas contra Grandes Maestros.


Precisamente, muy pocos juegos te enseñan la humildad como el ajedrez. Ahora con la ayuda de los módulos (procesadores que te ayudan analizar partidas), te das cuenta cuánto vale tu victoria. “La táctica fluye a partir de una posición superior”, decía Bobby Fischer, el jugador maldito del ajedrez. La práctica en la táctica es lo que te hace un jugador más fuerte. Un Gran Maestro pasa horas resolviendo problemas de ajedrez. Antes de cada torneo es necesario calentar realizando ejercicios tácticos para poder jugar de forma más precisa. El estudio de la teoría te hace ver que tan ignorante eres a pesar de que ya puedas vencer a más de las dos terceras partes de los jugadores de ajedrez en el mundo. La fuerza entre un principiante y un avanzado en el ajedrez es brutal; ya no se diga comparado con un Gran Maestro, que es prácticamente un dios en el tablero.


“Todos los jugadores de ajedrez deberían tener un pasatiempo”, es uno de los aforismos de Savielly Tartakower, uno de los pocos jugadores completos, es decir, que conjugaba la intuición con la teoría ajedrecística. Cuando juegas al nivel de un aficionado, te parecen increíbles los ataques, los sacrificios son incomprensibles y las aperturas y defensas son producto de un arte oscuro y antiguo. Cuando eres principiante, ya conoces algunas tácticas, empiezas a soñar con las posiciones y te arriesgas más para experimentar y reconocer tus debilidades. Cuando vas avanzando es peor, ya no hay otra cosa en tu mente más que el tablero y las posiciones de las piezas. Te obsesionas, no por ganar, sino por comprender: dónde fallaste, cuáles son las sutilezas de la apertura, el medio juego y los finales, por qué esa obsesión de Mijaíl Thal por sacrificar piezas y su magia para ganar en esas situaciones: “Cuando Spassky te sacrifica una pieza, ya puedes rendirte. Pero cuando la sacrifica Tal, deberías seguir jugando, porque es muy posible que pronto te sacrifique otra, y entonces ¿quién sabe?”, decía Nadjorf del Brujo de Riga. Nadjorf es autor de una de mis defensas favoritas y que aún trato de dominar: 1. e4 c5 2. Cf3 d6 3. d4 cxd4 4. Cxd4 Cf6 5. Cc3 a6. Esa insignificancia aparente del movimiento del peón trae consigo complicaciones e inicia una serie de trampas y celadas que sólo el ojo de un ajedrecista avanzado puede ver.


Derrota, humildad y obsesión son los ingredientes de la vida. Para quien cree no conocerlas, dirá que el ajedrez es aburrido; para esa persona su existencia es tediosa. La creación no tendría sentido sin el ajedrez. Este juego es un elíxir, una droga; una forma de adentrarnos al alma humana: A través de las aperturas y defensas conocerás la personalidad de tus oponentes.


Raúl Fierro 

Casa de las Ciencias de Oaxaca

Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca

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