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Los Científicos del Porfiriato |
Durante una cena en la casa del diplomático oaxaqueño Matías Romero, se reúnen jóvenes intelectuales cercanos a Manuel Romero Rubio, Secretario de Hacienda y suegro de Porfirio Díaz. Entre los invitados se encuentran Enrique C. Creel (bisabuelo del político panista Santiago Creel), José Yves Limantour (agente del imperio francés), Emilio Rabasa (uno de sus descendientes es dueño de una de los editoriales más influyentes en México), Rafael Reyes Espíndola (intelectual oaxaqueño, padre del periodismo moderno en México) y Justo Sierra Méndez (uno de los fundadores de la UNAM) y la juventud de las familias que han obtenido su riqueza a partir del caos durante la Guerra de Reforma. En dicha tertulia se reunían a hablar de los textos de Gabino Barreda, a quien Benito Juárez envió a Francia y fue discípulo de Auguste Comte (fundador del positivismo). Ya han tenido varias tertulias y llegaron a la conclusión de que el país necesita políticas científicas para reafirmar la paz y el progreso que el presidente Porfirio Díaz ha logrado. Ese es el primer principio que aparece en el manifiesto de la Unión Liberal o, como se le conocería entre la población mexicana, el “Partido de los Científicos”.
Porfirio Díaz recibe de buen agrado sus propuestas quien, después de la muerte de Manuel Romero Rubio, nombra a Limantour como nuevo Secretario de Hacienda, puesto que le sirvió para aplicar el programa de “Los Científicos” en la política nacional: La integridad administrativa, la reorganización y apoyo presupuestario a sectores del gobierno en especial al Ministerio de Guerra, la elevación del progreso moral e intelectual por medio de una “educación firme” (sic), un sistema tributario que se base en verdades científicas y la construcción de una verdadera democracia mexicana.
El programa de “Los Científicos” sigue vigente en las políticas de nuestra nación. La integridad administrativa se ha convertido en combate contra la corrupción, el cual sabemos, de primera mano (v.g. casos Lozoya y Cienfuegos), siempre ha sido una falacia ya que este sistema premia la deshonestidad: en esta lógica capitalista, que para aumentar las riquezas se necesita de la explotación del obrero y el campesino pobre, ¿cómo se pude apelar a la honestidad en la burocracia? Respecto al manejo del presupuesto, este sigue beneficiando a las fuerzas armadas como lo podemos notar con el recorte en educación y ciencia: ¿en qué lógica cabe la idea de dar estabilidad económica y laboral a todos los egresados de los colegios militares y no a quienes terminan sus estudios en las escuelas normales, en qué lógica cabe el fortalecimiento del personal policiaco y militar en vez del personal educativo? En la parte educativa, esa firmeza se caracteriza por una represión sistemática a cualquier intento de movimiento magisterial por hacer una transformación en las prácticas sociales y las relaciones de producción: ¿cuál es la razón de la desacreditación del docente militante y el continuo ataque a las escuelas públicas por parte de los gobiernos tanto morenistas, priistas y panistas, cuál es la razón de recargar el gasto en electricidad e internet a los hogares mexicanos en vez de que el Estado se haga cargo de un rubro tan importante para el desarrollo intelectual y moral de los niños y jóvenes?
Para aquellos que añoran el Porfiriato, la historia reciente ha demostrado que no ha muerto. Sus ideas permean a la mente de los mexicanos y los intelectuales, ya se digan de izquierda o sean de derecha, siguen validando de forma consciente o inconsciente.
Por ello la formación de un intelectual obrero, sensible a las necesidades de su clase, es una labor imprescindible del docente militante. Hay propuestas y hay que escucharlas, aunque los espíritus chocarreros de “los Científicos” sigan envenenando la lucha de la población obrera y campesina.
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87
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