domingo, 16 de febrero de 2020

El ajedrez: una pasión mortal

Fuente: Anagrama (página web)


La defensa
Vladimir Nabokov
Anagrama, 1999

La pasión se padece. Un sentimiento repentino, un relámpago que ilumina y despierta la admiración y el terror del espíritu. Una repentina luz que se convierte en oscuridad. No es amor la pasión. El primero se construye, el segundo, por su origen libido, es repentino. El amor puede dejar ir, la pasión no. La pasión consume el espíritu. Se instala en el ser en esencia y no en forma: «Encontraba en ello un profundo placer: no tenía que tratar con piezas visibles, audibles ni palpables, que por la singularidad de su forma y la textura de la madera le causaban permanente desazón, aparte que las veía tan solo como la burda envoltura mortal de las exquisitas e invisibles fuerzas del ajedrez», nos narra Nabokov la terrible pasión del Gran Maestro del ajedrez Luzhin.

En 1930, Vladimir Nabokov publicó en ruso la historia de Luzhin y tuvo que esperar treinta y cinco años para que se tradujera al inglés. Pudo publicarse antes, como nos narra Nabokov en el prólogo de La defensa, pero el editor estadounidense exigía que cambiara el ajedrez por la música. “¿Qué pasión más ridícula y aburrida debe ser el ajedrez?”, supongo que pensó el estadounidense. Nabokov se negó y terminó su amistad con él: «… de todos mis libros rusos, es La defensa, es el que posee y difunde el mayor “calor”, lo que podría ser extraño si se tiene en cuenta cuán tremendamente abstracto se supone que es el ajedrez.»

La novela narra las experiencias infantiles de Luzhin, su primer encuentro con el ajedrez, su partida angustiosa contra Turcati, su gran rival, y cómo trata de esconder su pasión de su pareja quien intenta curarlo de esa enfermedad: «el ajedrecista apasionado es tan ridículo como el loco que inventa un perpetuum mobile o cuenta guijarros en la playa desierta de un océano.» Pero cómo se puede esconder una pasión: «Es difícil, muy difícil, esconder una cosa, pues las otras cosas se muestran celosas y hostiles, se aferran firmemente a sus lugares y no permiten que un objeto sin hogar escape a su persecución y encuentre acomodo en alguna parte.»

Hay tantos paralelismos con la vida y el ajedrez: «Del mismo modo que una combinación, ideada por los jugadores de ajedrez, puede repetirse borrosamente sobre el tablero durante una partida real, así ahora la repetición consecutiva de un hábito familiar se percibía en su vida actual.» Este libro refleja bien la relación de nuestras jugadas cotidianas: las aperturas y defensas que creamos cuando conocemos a alguien, las tácticas y estrategias que utilizamos para cada situación y las sutilezas, que se les escapan a los inexpertos, que al final deciden una partida. «Finalmente, sostenía la peculiar teoría de que el desarrollo del don de Luzhin para el ajedrez se relacionaba con el desarrollo del impulso sexual; según él, el ajedrez era para Luzhin la verdadera satisfacción de ese impulso, y temiendo que pudiera desperdiciar sus preciosos poderes al liberar por los medios naturales aquella beneficiosa tensión interior, le mantuvo a distancia de las mujeres, regocijándose de su casta indiferencia.» El tamaño de la pasión es directamente proporcional al de los vicios. En ese combate contra la pasión, inevitablemente del éxito o el fracaso, concluirá con la destrucción del ser. Qué pasa si tratas de rescatar al apasionado: «Creía incondicionalmente en su genio y estaba convencida además de que ese genio no podía agotarse sólo por el hecho de jugar al ajedrez, por maravilloso que fuera, y que cuando la fiebre del torneo hubiera pasado, y Luzhin se hubiese calmado y descansara, en su interior actuarían fuerzas desconocidas que le permitirían evolucionar y exhibir su don en todas las esferas de la vida.» Qué ingenuos son aquellos que nunca han tenido una pasión. Qué ingenuos al pensar que las pasiones se sustituyen o se olvidan. La pasión es una daga que hiere el alma y deja cicatrices que no se cierran, sangran y no hay peor forma de curarlas que ignorarlas. La esposa de Luzhin trata de ayudar en curar su pasión tan ridícula y es tortuoso el camino que recorre el Gran Maestro del Ajedrez. La defensa de Nabokov un libro sobre la pasión y sus consecuencias, una novela que muestra la conclusión de un apasionado al tratar de curarse y lo inevitable que es esquivar esta enfermedad del espíritu, tan placenteramente dolorosa.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla
51 7 50 87

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