martes, 27 de agosto de 2019

Por un lado… por el otro…

Behzad Hossein. Maestros de las ciencias y las artes (1965)
Fuente: Wikiart


En la fábula “El herrero y el biólogo” de Jorge Wagensberg encontramos expuesto uno de los dilemas científicos más importantes: el que relaciona las posibilidades y los riesgos del uso de la ciencia. Creo que es demasiado trivial decir que la ciencia es una herramienta que ha potenciado la trasformación de las sociedades, ésta permea en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, como nos dice Wagensberg en su relato: «el científico no suele detenerse demasiado a evaluar los riesgos de lo que produce». Lo que lleva a preguntarme ¿cuáles son los motivos que lleva al científico a ignorar esos riesgos?

A veces consideramos que los conceptos científicos son muy elevados para la mayoría de la población. Esta consideración lleva a que «la comunidad científica genera muy poca opinión científica» ¿Qué postura del científico, frente a su trabajo y sus alcances, le hace preferir no generar un debate? Cuando se presenta este debate: ¿Cuáles son las causas que lo ocasiona?

La ciencia tiene un claro impacto en la vida social, económica y política. Si la población, que recibe los beneficios y riesgos de esta herramienta del conocimiento, no logra apropiarse de un saber científico básico «entonces difícilmente se generará el debate en la sociedad […] ¿cómo se va a generar opinión pública en ciencia si no existe, previamente, una comprensión pública de la ciencia?» ¿Cuáles son los elementos mínimos que debe tener la sociedad para debatir sobre un tema científico

En la historia de la ciencia podemos encontrar ejemplos de debates científicos que nos podrían a pensar sobre los intereses de una ciencia enmarcada en el sistema capitalista y las posibilidades de la ciencia para resolver los problemas urgentes y emergentes de las comunidades, si éstas se apropian del conocimiento científico.

Por un lado tenemos que la termodinámica permitió el desarrollo de las máquinas de vapor. Ese invento dio lugar al ferrocarril y la producción en serie. Se redujo el tiempo de los traslados y ciertos productos inaccesibles para algunos grupos sociales se volvieron de uso cotidiano. Por otro lado la construcción del ferrocarril en Estados Unidos, provocó la matanza de los pueblos de las llanuras y la extinción del bisonte salvaje; las trabajadoras de las maquiladoras nos disfrutaban de la misma calidad de vida que los dueños de las fábricas, a pesar que de que se producía más en menos tiempo, las jornadas laborales eran extenuantes.

Por un lado tenemos que El origen de las especies de Darwin dio lugar a una mejor compresión sobre la evolución y la influencia de los seres vivos con el medio ambiente. También fue un golpe duro contra la autoridad epistemológica del poder eclesiástico, uno que situó a la Iglesia fuera de un lugar que no le corresponde: hablar sobre las verdades del mundo material. Por otro lado la teoría de Darwin la utilizaron economistas y sociólogos, afines al sistema capitalista, para justificar el orden eterno de la sociedad y las conquistas civilizatorias europeas que han propiciado la extinción de especies y grupos sociales.

Así podemos ir encontrando otros ejemplos que van generando espacio para el debate en la sociedad. Un debate que debe llegar a una población que tenga la capacidad y el valor de decidir qué es lo que necesita de la ciencia y no le deje este trabajo a unos cuántos. Una población capaz de exigir a la comunidad científica investigar y proponer soluciones en un mundo donde la voraz máquina del capitalismo quema bosques y seca lagos. Concluyo con esta reflexión de la fábula de Wagensberg: «El progreso (y la prevención de temibles regresos) sólo tiene sentido si la sociedad se regala a sí misma la forma de definir, en cada momento y lugar, el alcance de tales limitaciones.»

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

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