Presas de Huayapam I Autor: Raúl Fierro |
La escritura nos permite darle sentido al pensamiento y uno
de los recursos que se utiliza para mejorarla es el diario. En él plasmamos
nuestra manera muy personal de vivir los acontecimientos. En Diario de Oaxaca,
Oliver Sacks dice al respecto: «¿Por qué llevo diarios? [para] aclarar mis
pensamientos, organizar mis impresiones en una especie de narración o relato, y
hacer esto en “tiempo real” y no en retrospectiva, ni tampoco transformando
imaginativamente, como sucede en la autobiografía o la novela.» Entonces el
diario, como un género literario de no ficción, puede extrapolarse a un
quehacer científico, una búsqueda de la verdad desde una perspectiva particular:
«Ninguno de estos diarios pretende ser exhaustivo ni erigirse en una autoridad
sobre el tema abordado. Por el contrario, son textos ligeros, fragmentarios,
impresionistas y, sobre todo, personales.»
Oliver Sacks fue uno de los
ensayistas científicos más importantes del siglo pasado. Su aporte fundamental
radica en darnos una visión diferente de la enfermedad y cómo abordarla. En uno
de sus libros más famosos (El hombre que confundió a su mujer con un
sombrero) nos dice: «En un historial clínico riguroso no hay
"sujeto" [...] para situar de nuevo en el centro al sujeto (el ser
humano que se aflige y que lucha y padece) hemos de profundizar en un historial
clínico hasta hacerlo narración o cuento; sólo así tendremos un
"quién" además de un "qué", un individuo real, un paciente,
en relación con la enfermedad... en relación con el reconocimiento médico
físico.» Esta postura sobre la forma de abordar un problema científico, como la
enfermedad, es el reflejo de una lógica alternativa para la construcción de la
verdad en la ciencia: la narración como un recurso para hacernos preguntas y
buscar soluciones. Precisamente en Diario de Oaxaca, en su faceta de biólogo,
Sacks nos muestra una manera de hacer investigación.
En Diario de Oaxaca, Sacks narra su viaje por diez días en las regiones oaxaqueñas de la Sierra Norte y Valles Centrales. Esta aventura, que se realizó a principios del año 2000, tuvo por propósito el estudio de los helechos. Sacks acompañó a la Sociedad Americana del Helecho, que se constituye de científicos profesionales y aficionados (quienes tenían diversos oficios como trabajadoras del hogar y choferes), para estudiar esa especie que lleva 150 millones de años en el planeta Tierra. Sacks se sorprende sobre la complejidad que puede tener los helechos en la biología y la relación con otros seres incluyendo a los humanos, así como el conocimiento que se puede alcanzar con la pasión que se tenga hacia un tema científico: «La capacidad especial de observar detalles y recordarlos, una memoria especial para los lugares, relacionada con el amor, y cierto lirismo para con la naturaleza, son las características de esta clase de aficionados.» Sacks nos muestra, no sólo la parte biológica de este viaje, sino una perspectiva social y cultural de Oaxaca, yendo más allá de la superficial visión del turista consumista: «… el otro lado de Oaxaca, una ciudad moderna, llena de tráfico, con horas punta y pobreza, como cualquier otra. Tal vez sea saludable para mí ver este otro lado, antes de ponerme demasiado lírico sobre el Edén en que me encuentro.»
El estilo científico de Sacks podría replicarse en el aula. Los docentes oaxaqueños podrían aprovechar la experiencia de Sacks para que los estudiantes escriban su propio diario con una visión personal de la vida comunitaria. Oaxaca está llena de acontecimientos que serían base de un diario escolar en donde se plasmaran preguntas, se elaboraran diagramas y se propusiera la construcción de evidencias. Ahora que la Nueva Escuela Mexicana exige a los maestros trabajar por proyectos, Diario de Oaxaca de Oliver Sacks es un buen modelo para construir una planeación e intervenir en aula. ¿Qué tipos de propuestas a favor de las comunidades surgirían de esos proyectos?
Casa de las Ciencias de Oaxaca
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