martes, 21 de enero de 2020

Una historia sobre los que no tienen nada que perder

Fuente: https://lwlies.com/

El día 25 de diciembre del año pasado se estrenó en las salas de cine mexicanas la más reciente película del director Bong Joon-ho (Corea del Sur, 1969): Parasite (2019). Fiel a su estilo de crítica social, sin dejar de entretener al espectador, Bong Joon-ho nos ofrece un filme donde el humor ácido y negro es el hilo conductor de nuestras emociones y la historia que nos narra, con un toque de ficción, puede ser la nuestra, la del más de las dos terceras partes de las familias que habitan este mundo.

La familia Kim vive en un semisótano donde trata de ganarse la vida a través del armado de cajas para pizzas. No obtienen lo suficiente para pagar el servicio de internet y tienen que “robarse” la señal de los locales y hogares que hay alrededor. Por otro lado no mueren de hambre y tienden a aspirar a algo mejor de lo que observan desde su patético hogar. Esto los lleva a utilizar toda su astucia para sacar provecho y ganar un extra, o no quedarse sin comer ese día. La suerte toca la puerta de la familia cuando a Ki-woo, hijo de la familia Kim, le ofrecen el trabajo de maestro particular de inglés para la  familia Park, adinerada y que vive sobre la superficie. La estructura familiar es similar a la de los Kim (madre, padre, hijo e hija). Igual de ignorantes y supersticiosos, uno más ingenuos que otros, ausentes de la realidad y otros cercanos.

La película está llena de metáforas y por lo tanto se presta a múltiples interpretaciones. Tiene una potencialidad para sobrepasar épocas y lugares, lo que la convierte en un clásico. Una de las metáforas que guía el espíritu de los Kim es el anhelo de la fortuna y riquezas. Estas aspiraciones y deseos se materializan en una roca, regalo de una familia con una mejor posición económica que los Kim. La roca parece no despegarse del Ki-woo Kim, así como no se le puede despegar la idea de subir de su semisótano a la superficie (el uso de estos espacios hacen recordar Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock). La familia Kim demuestra que todo el servicio de su inteligencia y sus habilidades sirven sólo para sobrevivir en un sistema que los relega a la servidumbre. ¿Cómo se puede sobrevivir en un mundo donde se vive al día?, ¿cómo modifica la moralidad de las clases sus diferencias económicas?, ¿qué vicios de la modernidad aparecen en esta dinámica social? Chung-sook, madre de la familia Kim, reflexiona sobre las actitudes de cada familia: “Claro que son agradables, yo también lo fuera si tuviera toda esa riqueza, es más sería más agradable que ellos”. No hay malas personas, no hay villanos, no hay héroes, sólo gente inmersa en un sistema económico que deforma su comportamiento y crea conflictos entre los que viven en los sótanos y semisótanos, quienes representan al más del 90% de la población mundial.

Es increíble que con pocas locaciones y en 77 días de grabación se haya hecho una obra maestra. ¿Cómo se puede lograr tal proeza? Una buena historia es una excelente forma de lograrlo. Parasite utiliza de manera magistral las herramientas de un cuento. Su estructura sencilla (de un triángulo de Freitag: introducción, punto de conflicto, escalada del conflicto, clímax, resolución del conflicto y desenlace) no disminuye el poder de la fulminación de relámpago que Felipe Garrido recomienda para una historia potente. También sigue la máxima de Chejov: “Si vas a sacar una pistola, más vale que la utilices”. Parasite es una de las grandes películas de la historia del cine, una con diversas lecturas que dará mucho de que hablar en la década que viene.