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Fuente: https://lwlies.com/ |
El día 25 de diciembre del año pasado se estrenó en las salas
de cine mexicanas la más reciente película del director Bong Joon-ho (Corea del
Sur, 1969): Parasite (2019). Fiel a
su estilo de crítica social, sin dejar de entretener al espectador, Bong
Joon-ho nos ofrece un filme donde el humor ácido y negro es el hilo conductor
de nuestras emociones y la historia que nos narra, con un toque de ficción,
puede ser la nuestra, la del más de las dos terceras partes de las familias que
habitan este mundo.
La familia Kim vive en un
semisótano donde trata de ganarse la vida a través del armado de cajas para
pizzas. No obtienen lo suficiente para pagar el servicio de internet y tienen
que “robarse” la señal de los locales y hogares que hay alrededor. Por otro
lado no mueren de hambre y tienden a aspirar a algo mejor de lo que observan
desde su patético hogar. Esto los lleva a utilizar toda su astucia para sacar
provecho y ganar un extra, o no quedarse sin comer ese día. La suerte toca la
puerta de la familia cuando a Ki-woo, hijo de la familia Kim, le ofrecen el
trabajo de maestro particular de inglés para la familia Park, adinerada y que vive sobre la
superficie. La estructura familiar es similar a la de los Kim (madre, padre,
hijo e hija). Igual de ignorantes y supersticiosos, uno más ingenuos que otros,
ausentes de la realidad y otros cercanos.
La película está llena de
metáforas y por lo tanto se presta a múltiples interpretaciones. Tiene una
potencialidad para sobrepasar épocas y lugares, lo que la convierte en un
clásico. Una de las metáforas que guía el espíritu de los Kim es el anhelo de
la fortuna y riquezas. Estas aspiraciones y deseos se materializan en una roca,
regalo de una familia con una mejor posición económica que los Kim. La roca
parece no despegarse del Ki-woo Kim, así como no se le puede despegar la idea
de subir de su semisótano a la superficie (el uso de estos espacios hacen
recordar Psicosis (1960) de Alfred Hitchcock).
La familia Kim demuestra que todo el servicio de su inteligencia y sus
habilidades sirven sólo para sobrevivir en un sistema que los relega a la
servidumbre. ¿Cómo se puede sobrevivir en un mundo donde se vive al día?, ¿cómo
modifica la moralidad de las clases sus diferencias económicas?, ¿qué vicios de
la modernidad aparecen en esta dinámica social? Chung-sook, madre de la familia
Kim, reflexiona sobre las actitudes de cada familia: “Claro que son agradables,
yo también lo fuera si tuviera toda esa riqueza, es más sería más agradable que
ellos”. No hay malas personas, no hay villanos, no hay héroes, sólo gente
inmersa en un sistema económico que deforma su comportamiento y crea conflictos
entre los que viven en los sótanos y semisótanos, quienes representan al más
del 90% de la población mundial.
Es increíble que con pocas
locaciones y en 77 días de grabación se haya hecho una obra maestra. ¿Cómo se
puede lograr tal proeza? Una buena historia es una excelente forma de lograrlo.
Parasite utiliza de manera magistral
las herramientas de un cuento. Su estructura sencilla (de un triángulo de
Freitag: introducción, punto de conflicto, escalada del conflicto, clímax,
resolución del conflicto y desenlace) no disminuye el poder de la fulminación
de relámpago que Felipe Garrido recomienda para una historia potente. También sigue
la máxima de Chejov: “Si vas a sacar una pistola, más vale que la utilices”. Parasite es una de las grandes
películas de la historia del cine, una con diversas lecturas que dará mucho de que
hablar en la década que viene.