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María Elena Álvarez-Bullya, directora del CONACYT Fuente: Wikipedia |
El pasado jueves 29 de agosto, en su muro de Facebook, el
divulgador de la ciencia Rolando Isita Tornell publicó: “¡Qué tristeza! MI
amigo médico y periodista científico desde 1984, Javier Flores, abandona La
Jornada porque le han pedido ¡que le baje! (a ver cuándo me toca a mí)… ¿Así se
discute la ciencia, Toledo, Alvárez Buylla?” La ambigüedad de este mensaje y la
rápida descalificación que se hace de los personajes de este chisme incompleto,
abre interrogantes para la reflexión: ¿Javier Flores abandonó o lo despidieron
de La Jornada? Si abandonó ¿qué
motiva a un periodista consecuente con sus ideas a no mantenerse firme en su postura
y dejar que un amigo hiciera el comunicado en una red social? Si lo despidieron
¿cuáles son los principios éticos de esta nueva administración del CONACYT,
cuáles son los intereses que cuidan a partir de suavizar la crítica?
Al revisar uno de sus últimos
artículos de Javier Flores (“Por encima de la ley ¿nadie?”) en La Jornada se puede encontrar argumentos
válidos contra la política actual del CONACYT que lo llevan a una conclusión
interesante: «la nueva política de ciencia de la 4T […] no es de izquierda y
mucho menos revolucionario, pues como he dicho aquí, es conservador y
retardatario […] no tiene nada qué ver con el ideario de AMLO, pues está
fundado en una extraña mezcla de lysenkismo y el Laudato si’ del papa Francisco.» Esto se puede apoyar en la falta
de crítica de Víctor Manuel Toledo al proyecto del Tren Maya o la presa de
Zapotillo: ¿qué sucedió con el Víctor Manuel Toledo que defendía la vida en su
época anterior de ser funcionario de la 4T?
En lo que no se equivoca Víctor
Manuel Toledo, ahora como secretario de la SEMARNAT, es lo dicho en su último
texto (“Fracasos e irracionalidades de la ciencia en México”) para La Jornada: «Partamos de que la etapa
contemporánea de la ciencia en el país lleva casi cinco décadas […] En este periodo la investigación
científica y tecnológica se expandió notablemente en número de instituciones,
investigadores, becarios, infraestructura y presupuesto. Sin embargo, el
porcentaje de mexicanos viviendo en pobreza y pobreza extrema se incrementó, y
el equilibrio ecológico y la calidad ambiental del país sufrió un dramático
deterioro.» De nuevo se aplica la misma observación para los detractores de la
actual administración del CONACYT: ¿Dónde estaban cuando era un secreto a voces
los abusos de autoridad y los privilegios que gozaban anteriores
administraciones? ¿Cuál fue el motivo de su silencio cuando se sabía que las
empresas privadas se beneficiaban del presupuesto, los recursos humanos y
materiales productos del conocimiento científico de este país?
En lo personal me inclino por las
ideas del Víctor Manuel Toledo antes de ser funcionario de la 4T: el sector
empresarial debe tener las manos fuera de la agenda científica porque sus
intereses no corresponden a los del pueblo, a resolver sus problemas urgentes y
emergentes. La ciencia, al servicio del pueblo y la vida, no es compatible con
los objetivos del capitalismo y bajo el control de este sistema en el que vive
la ciencia me quedó con el grito de guerra del filósofo de la ciencia Paul
Feyerabend: a los científicos no hay que acariciarlos, hay que atacarlos sin
piedad, cuestionarlos en todo momento.
Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87