sábado, 31 de agosto de 2019

Entre verdades a medias y chismes de científicos

María Elena Álvarez-Bullya, directora del CONACYT
Fuente: Wikipedia


El pasado jueves 29 de agosto, en su muro de Facebook, el divulgador de la ciencia Rolando Isita Tornell publicó: “¡Qué tristeza! MI amigo médico y periodista científico desde 1984, Javier Flores, abandona La Jornada porque le han pedido ¡que le baje! (a ver cuándo me toca a mí)… ¿Así se discute la ciencia, Toledo, Alvárez Buylla?” La ambigüedad de este mensaje y la rápida descalificación que se hace de los personajes de este chisme incompleto, abre interrogantes para la reflexión: ¿Javier Flores abandonó o lo despidieron de La Jornada? Si abandonó ¿qué motiva a un periodista consecuente con sus ideas a no mantenerse firme en su postura y dejar que un amigo hiciera el comunicado en una red social? Si lo despidieron ¿cuáles son los principios éticos de esta nueva administración del CONACYT, cuáles son los intereses que cuidan a partir de suavizar la crítica?

Al revisar uno de sus últimos artículos de Javier Flores (“Por encima de la ley ¿nadie?”) en La Jornada se puede encontrar argumentos válidos contra la política actual del CONACYT que lo llevan a una conclusión interesante: «la nueva política de ciencia de la 4T […] no es de izquierda y mucho menos revolucionario, pues como he dicho aquí, es conservador y retardatario […] no tiene nada qué ver con el ideario de AMLO, pues está fundado en una extraña mezcla de lysenkismo y el Laudato si’ del papa Francisco.» Esto se puede apoyar en la falta de crítica de Víctor Manuel Toledo al proyecto del Tren Maya o la presa de Zapotillo: ¿qué sucedió con el Víctor Manuel Toledo que defendía la vida en su época anterior de ser funcionario de la 4T?

En lo que no se equivoca Víctor Manuel Toledo, ahora como secretario de la SEMARNAT, es lo dicho en su último texto (“Fracasos e irracionalidades de la ciencia en México”) para La Jornada: «Partamos de que la etapa contemporánea de la ciencia en el país lleva casi cinco décadas […] En este periodo la investigación científica y tecnológica se expandió notablemente en número de instituciones, investigadores, becarios, infraestructura y presupuesto. Sin embargo, el porcentaje de mexicanos viviendo en pobreza y pobreza extrema se incrementó, y el equilibrio ecológico y la calidad ambiental del país sufrió un dramático deterioro.» De nuevo se aplica la misma observación para los detractores de la actual administración del CONACYT: ¿Dónde estaban cuando era un secreto a voces los abusos de autoridad y los privilegios que gozaban anteriores administraciones? ¿Cuál fue el motivo de su silencio cuando se sabía que las empresas privadas se beneficiaban del presupuesto, los recursos humanos y materiales productos del conocimiento científico de este país?

En lo personal me inclino por las ideas del Víctor Manuel Toledo antes de ser funcionario de la 4T: el sector empresarial debe tener las manos fuera de la agenda científica porque sus intereses no corresponden a los del pueblo, a resolver sus problemas urgentes y emergentes. La ciencia, al servicio del pueblo y la vida, no es compatible con los objetivos del capitalismo y bajo el control de este sistema en el que vive la ciencia me quedó con el grito de guerra del filósofo de la ciencia Paul Feyerabend: a los científicos no hay que acariciarlos, hay que atacarlos sin piedad, cuestionarlos en todo momento.

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87

martes, 27 de agosto de 2019

Por un lado… por el otro…

Behzad Hossein. Maestros de las ciencias y las artes (1965)
Fuente: Wikiart


En la fábula “El herrero y el biólogo” de Jorge Wagensberg encontramos expuesto uno de los dilemas científicos más importantes: el que relaciona las posibilidades y los riesgos del uso de la ciencia. Creo que es demasiado trivial decir que la ciencia es una herramienta que ha potenciado la trasformación de las sociedades, ésta permea en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, como nos dice Wagensberg en su relato: «el científico no suele detenerse demasiado a evaluar los riesgos de lo que produce». Lo que lleva a preguntarme ¿cuáles son los motivos que lleva al científico a ignorar esos riesgos?

A veces consideramos que los conceptos científicos son muy elevados para la mayoría de la población. Esta consideración lleva a que «la comunidad científica genera muy poca opinión científica» ¿Qué postura del científico, frente a su trabajo y sus alcances, le hace preferir no generar un debate? Cuando se presenta este debate: ¿Cuáles son las causas que lo ocasiona?

La ciencia tiene un claro impacto en la vida social, económica y política. Si la población, que recibe los beneficios y riesgos de esta herramienta del conocimiento, no logra apropiarse de un saber científico básico «entonces difícilmente se generará el debate en la sociedad […] ¿cómo se va a generar opinión pública en ciencia si no existe, previamente, una comprensión pública de la ciencia?» ¿Cuáles son los elementos mínimos que debe tener la sociedad para debatir sobre un tema científico

En la historia de la ciencia podemos encontrar ejemplos de debates científicos que nos podrían a pensar sobre los intereses de una ciencia enmarcada en el sistema capitalista y las posibilidades de la ciencia para resolver los problemas urgentes y emergentes de las comunidades, si éstas se apropian del conocimiento científico.

Por un lado tenemos que la termodinámica permitió el desarrollo de las máquinas de vapor. Ese invento dio lugar al ferrocarril y la producción en serie. Se redujo el tiempo de los traslados y ciertos productos inaccesibles para algunos grupos sociales se volvieron de uso cotidiano. Por otro lado la construcción del ferrocarril en Estados Unidos, provocó la matanza de los pueblos de las llanuras y la extinción del bisonte salvaje; las trabajadoras de las maquiladoras nos disfrutaban de la misma calidad de vida que los dueños de las fábricas, a pesar que de que se producía más en menos tiempo, las jornadas laborales eran extenuantes.

Por un lado tenemos que El origen de las especies de Darwin dio lugar a una mejor compresión sobre la evolución y la influencia de los seres vivos con el medio ambiente. También fue un golpe duro contra la autoridad epistemológica del poder eclesiástico, uno que situó a la Iglesia fuera de un lugar que no le corresponde: hablar sobre las verdades del mundo material. Por otro lado la teoría de Darwin la utilizaron economistas y sociólogos, afines al sistema capitalista, para justificar el orden eterno de la sociedad y las conquistas civilizatorias europeas que han propiciado la extinción de especies y grupos sociales.

Así podemos ir encontrando otros ejemplos que van generando espacio para el debate en la sociedad. Un debate que debe llegar a una población que tenga la capacidad y el valor de decidir qué es lo que necesita de la ciencia y no le deje este trabajo a unos cuántos. Una población capaz de exigir a la comunidad científica investigar y proponer soluciones en un mundo donde la voraz máquina del capitalismo quema bosques y seca lagos. Concluyo con esta reflexión de la fábula de Wagensberg: «El progreso (y la prevención de temibles regresos) sólo tiene sentido si la sociedad se regala a sí misma la forma de definir, en cada momento y lugar, el alcance de tales limitaciones.»

Raúl Fierro
Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4 San Sebastián Tutla, Oaxaca
51 7 50 87