![]() |
Torre de Babel. M.C. Escher Fuente: Wikiart |
Raúl Fierro*
Hace más de un mes, Bob Dylan, músico estadounidense,
recibió el premio Nobel en Literatura “por haber creado una nueva expresión
poética dentro de la gran tradición americana de la canción”, según la Academia
Sueca quien ofrece dicho reconocimiento. La importancia del galardón radica en que es
una brújula, una guía de la agenda del conocimiento mundial: ¿qué nos depara en
el futuro el conocimiento? y ¿cómo se piensa en la actualidad? Por ello se
generó una intensa polémica sobre el evento Dylan-Nobel. Tal polémica giro
alrededor de la pregunta: ¿un músico, un escritor de canciones, merece un
premio que tradicionalmente se ha reservado para escritores de libros? Las
masas intelectuales y críticas del país se avocaron a una pregunta que
considero incombustible: la frontera entre la música y la literatura sólo la
divide el sonido y un premio sólo sirve para dos cosas: ganar dinero y
prestigio. Creo que esas masas han olvidado el carácter de brújula que tiene el
Nobel y no se han hecho las siguientes preguntas: ¿Por qué elegir a un
personaje que nunca se le ha traducido su obra a otro idioma?, ¿dentro de la
Literatura, acaso la Academia Sueca nos dice que sólo las personas que escriben
en inglés merecen que se les llame literato?, ¿acaso la cultura sólo se volverá
accesible a aquellos que hablen inglés y las demás lenguas carecen de valor?
Bob Dylan tardó unas semanas en
contestar si recibiría el premio. Su respuesta creo que fue la más correcta: recibirá el dinero del premio pero no irá a la ceremonia. Ahora que veo de nuevo las
discusiones de algunos colegas en las letras, veo que han capitulado contra el
inglés como lo han hecho mis compañeros en las ciencias: siguen sin discutir
sobre la bofetada que la lengua inglesa, la lengua dominante en Ciencia y ahora
parece ser, como nos los dice la Academia Sueca, en la Literatura, ha dado a las
demás.
“Si bien es poco frecuente que
escritores elijan moverse fuera de sus lenguas maternas, los científicos hoy en
día lo hacen con bastante frecuencia”, nos dice Greta Shum y Tamara Pico, dos
articulistas del Scientific American,
en su texto “¿Tiene que ser el inglés la lengua dominante de la ciencia?”. Pero
¿qué mueve a un científico a rechazar las posibilidades de su lengua nativa
para describir el mundo? Shum y Pico reflexionan al respecto: “En el mundo de
la ciencia, donde las revistas en inglés (especialmente las de inglés
americano) son vistas como de más prestigio, los autores nativos de lenguas
alternativas redactan los manuscritos en inglés y, con frecuencia, después
traducen estas obras de nuevo al idioma de su país de origen para que sean
publicadas en revistas regionales más pequeñas o actas de congresos.” Es decir,
al preferirse una lengua como recipiente del conocimiento implica una
discriminación del resto de las publicaciones que se escriben en otro idioma.
¿Qué tiene tan valiosos el inglés que no tengan otras lenguas?, ¿qué me puede
contar el inglés que no pueda contarme otras lenguas?, ¿de qué matrices
culturales nos perdemos al despreciar otras lenguas como recipientes del
conocimiento? “Un científico para el que el inglés no sea la lengua materna,
debe forzar sus palabras naturales a un léxico alternativo rígidamente
estructurado y este proceso inherentemente cambia la forma en que se registra
la ciencia […] la forma en que contamos la historia, la manera en que vemos y
percibimos la comunicación”, reflexionan las articulistas del Scientific American en su versión de
lengua española.
En Ciencia creo que se ha perdido
la batalla de las lenguas; en Literatura tengo la esperanza que aún no, pero al
ver el tipo de discusiones, que se generan respecto a la polémica Dylan-Nobel,
veo en las masas intelectuales de este país una sumisión a la lengua inglesa, a
aceptar el destino trágico de su identidad cultural.
*Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4, San Sebastián Tutla,
Oaxaca
Teléfono: 51 7 50 87
Correo electrónico:
trinofiesa@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario