lunes, 28 de noviembre de 2016

Hijoputez: la maldad según Cereijido


Fuente: Revista Replicante

Raúl Fierro

“Todos tenemos experiencias propias, cotidianas, convincentes y abrumadoras de que la ‘hijoputez’ existe y se sigue ganando a pulso su estatuto de infamia universal”, nos dice el íncipit del libro Hacia una teoría general contra los hijos de puta: Un acercamiento científico a los orígenes de la maldad, que el investigador argentino Marcelino Cereijido escribió para explicar la perversidad y sus consecuencias en la humanidad.
Desde un punto de vista científico, a través de anécdotas históricas sobre la maldad (hijoputez) y una explicación de cómo las funciones de los genes determinan nuestra estructura y comportamiento biológico, Cereijido nos ofrece un panorama sobre por qué el humano es el único ser que disfruta el sufrimiento de su prójimo.
Apoyándose en el concepto de pechina, que “en términos biológicos, […] es aquella parte de un organismo, generada por la evolución con un determinado propósito, que luego adquirió una función distinta”, Cereijido nos dice que el poder es una pechina que surgió de la cultura. Dado el programa genético del humano, que le dicta sobrevivir y proteger a su progenie, el poder que se le confiere a una persona es el causante de que su hijoputez se acentué. Para sustentar esta tesis nos muestra dos experimentos: el de Milgram (donde se ve al subordinado justificando su hijoputez: “sólo cumplo órdenes”) y el de Zimbardo (que muestra el comportamiento de una persona que llega al poder y que abusa de su lugar en la sociedad).
Según Hacia una teoría…, el humano es una máquina que se rige, en esencia, por su programación genética que el lento andar de la evolución por el tiempo ha modificado de tal manera que, para sobrevivir, necesita devorar al otro. Pero al parecer hay una solución a la destrucción entre las especies: “La simbiosis y la cooperación son evolutivamente mucho más importantes y superan en gran medida los inconvenientes de la lucha por la existencia”. Estas características se encuentran en la mujer; en su amor maternal: “El hecho de que aquí estemos muestra que ese deseo [de que el bebé sobreviva] viene perdurando y, si bien se inicia con cada bebé que nace y sobrevive, que yo sepa no tiene fecha de caducidad. Espero entonces que ese amor [maternal] nos salve”, nos dice Cereijido, pero no lo hará.
Suponiendo que el ensayo de Cereijido tenga razón, todos los géneros de la especie humana son malvados; incluyendo la mujer y con ello su amor maternal: ¿Por qué gastar recursos necesarios (amar en términos biológicos) para mi cría en la protección de otra? ¿Acaso Cereijido ha olvidado (u omitido) la prueba de Turing que muestra que la conciencia humana (esa cosa que nos dota de capacidad de decisión y simulación) es diferente al de una máquina?

Esta prueba nos hace ver si una computadora (una máquina con muchas líneas de códigos de programación que dictan funciones como los genes dictan funciones al ser humano) tiene conciencia o sólo simula tenerla. Cereijido nunca menciona este experimento que hace tambalear todo el determinismo biológico de la obra. El ser humano está dotado de inteligencia y una percepción de la causa que nos ha permitido crear las disciplinas (física, biología, música, literatura, etc.) que han explicado (no de manera absoluta) los hechos y cosas de este mundo. Es curioso ver que una obra que describe al azar (que surge como la explicación del fenómeno sin causa aparente como el religioso utiliza la figura divina para explicar la naturaleza) busca las causas de algo que simplemente surge porque el hombre tiene conciencia y que esto lo convierte, como se puede observar en la prueba de Turing, en una cosa más allá de tripas, sangre y redes eléctricas.

*Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4, San Sebastián Tutla, Oaxaca
Teléfono: 51 7 50 87
Correo electrónico: trinofiesa@gmail.com

lunes, 21 de noviembre de 2016

La lengua inglesa: ¿una imposición para la creación?

Torre de Babel. M.C. Escher
Fuente: Wikiart


Raúl Fierro*

Hace más de un mes, Bob Dylan, músico estadounidense, recibió el premio Nobel en Literatura “por haber creado una nueva expresión poética dentro de la gran tradición americana de la canción”, según la Academia Sueca quien ofrece dicho reconocimiento. La importancia del galardón radica en que es una brújula, una guía de la agenda del conocimiento mundial: ¿qué nos depara en el futuro el conocimiento? y ¿cómo se piensa en la actualidad? Por ello se generó una intensa polémica sobre el evento Dylan-Nobel. Tal polémica giro alrededor de la pregunta: ¿un músico, un escritor de canciones, merece un premio que tradicionalmente se ha reservado para escritores de libros? Las masas intelectuales y críticas del país se avocaron a una pregunta que considero incombustible: la frontera entre la música y la literatura sólo la divide el sonido y un premio sólo sirve para dos cosas: ganar dinero y prestigio. Creo que esas masas han olvidado el carácter de brújula que tiene el Nobel y no se han hecho las siguientes preguntas: ¿Por qué elegir a un personaje que nunca se le ha traducido su obra a otro idioma?, ¿dentro de la Literatura, acaso la Academia Sueca nos dice que sólo las personas que escriben en inglés merecen que se les llame literato?, ¿acaso la cultura sólo se volverá accesible a aquellos que hablen inglés y las demás lenguas carecen de valor?

Bob Dylan tardó unas semanas en contestar si recibiría el premio. Su respuesta creo que fue la más correcta: recibirá el dinero del premio pero no irá a la ceremonia. Ahora que veo de nuevo las discusiones de algunos colegas en las letras, veo que han capitulado contra el inglés como lo han hecho mis compañeros en las ciencias: siguen sin discutir sobre la bofetada que la lengua inglesa, la lengua dominante en Ciencia y ahora parece ser, como nos los dice la Academia Sueca, en la Literatura, ha dado a las demás.

“Si bien es poco frecuente que escritores elijan moverse fuera de sus lenguas maternas, los científicos hoy en día lo hacen con bastante frecuencia”, nos dice Greta Shum y Tamara Pico, dos articulistas del Scientific American, en su texto “¿Tiene que ser el inglés la lengua dominante de la ciencia?”. Pero ¿qué mueve a un científico a rechazar las posibilidades de su lengua nativa para describir el mundo? Shum y Pico reflexionan al respecto: “En el mundo de la ciencia, donde las revistas en inglés (especialmente las de inglés americano) son vistas como de más prestigio, los autores nativos de lenguas alternativas redactan los manuscritos en inglés y, con frecuencia, después traducen estas obras de nuevo al idioma de su país de origen para que sean publicadas en revistas regionales más pequeñas o actas de congresos.” Es decir, al preferirse una lengua como recipiente del conocimiento implica una discriminación del resto de las publicaciones que se escriben en otro idioma. ¿Qué tiene tan valiosos el inglés que no tengan otras lenguas?, ¿qué me puede contar el inglés que no pueda contarme otras lenguas?, ¿de qué matrices culturales nos perdemos al despreciar otras lenguas como recipientes del conocimiento? “Un científico para el que el inglés no sea la lengua materna, debe forzar sus palabras naturales a un léxico alternativo rígidamente estructurado y este proceso inherentemente cambia la forma en que se registra la ciencia […] la forma en que contamos la historia, la manera en que vemos y percibimos la comunicación”, reflexionan las articulistas del Scientific American en su versión de lengua española.

En Ciencia creo que se ha perdido la batalla de las lenguas; en Literatura tengo la esperanza que aún no, pero al ver el tipo de discusiones, que se generan respecto a la polémica Dylan-Nobel, veo en las masas intelectuales de este país una sumisión a la lengua inglesa, a aceptar el destino trágico de su identidad cultural.

*Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4, San Sebastián Tutla, Oaxaca
Teléfono: 51 7 50 87

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martes, 15 de noviembre de 2016

La burbuja mediática del fascismo



Raúl Fierro*

Una de las características del fascismo es aprovecharse de la ignorancia de la realidad exterior de sus habitantes, de encerrarlos en una burbuja mediática y dejar que sus acciones se ahoguen en ella. Ahora con la información digital que parece infinita y la invención de las redes sociales que dan voz, pareciera que vivimos la época más libre de toda la historia humana sin embargo nunca tuvimos un sistema esclavista más efectivo. La burbuja mediática en la que nos encierra el sistema capitalista nunca fue tan placentera como ahora. Para el caso mexicano, el reciente evento electoral en Estados Unidos lo demuestra.

Todos los medios de comunicación y los círculos críticos (escritores, analistas, intelectuales) mexicanos se concentraron, antes y durante las elecciones estadounidenses, en responder la pregunta quién ganaría la presidencia así como las consecuencias sociales y económicas de la respuesta. Pero el objetivo principal no era informar a la gente o que se produjera una verdadero análisis de la sistuación mundial y nacional; la meta era mantener la fiebre electorera, conservando el miedo y la especulación que envicia el pensamiento y lo distrae de cuestiones importantes: ¿Qué pasa en las cámaras mexicanas legislativas sobre las discusiones de las reformas educativa, energética y de salud?, ¿qué sucedió con el recorte en educación y ciencia y las promesas notariadas que Enrique Peña Nieto hizo al pueblo mexicano?, ¿en qué quedó lo del asesino y prófugo Javier Duarte y los millones que se robó? Todas esas preguntas deberían esperar, un nuevo emperador iba tomar el poder y lo esclavos querían saber de qué color (o género en este caso) iba a ser el látigo.

“Llénalos de noticias incombustibles. Sentirán que la información los ahoga, pero se creerán inteligentes. Les parecerá que están pensando, tendrán una sensación de movimiento sin moverse. Y serán felices, pues los hechos de esa especie no cambian”, le dice el capitán Beatty al bombero Guy Montag, en la obra Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Este libro, de unos de los escritores de fantasía, terror y ciencia ficción más importantes del siglo pasado, muestra un “futuro” distópico que ha alcanzado nuestro presente: ¿Acaso en las redes sociales, donde supuestamente la libertad se respira, no se nos dice sobre qué temas debemos discutir?

Este sistema ofrece placeres casi imperceptibles. Uno de ellos es la sensación de estar informado y considerar que somos parte del cambio, cuando en realidad estamos todos dentro de una burbuja navegando a través de una atmósfera que se compone de especulaciones, explotación e indiferencia. Nuestra libertad, no individual sino colectiva, peligra más que nunca: “Cuando no conducen a ciento cincuenta kilómetros por hora, y entonces no se puede pensar en otra cosa que en peligro, se entretienen con algún juego, o en una sala donde no es posible discutir con el televisor de cuatro paredes. ¿Por qué? El televisor es real. Es algo inmediato tiene dimensiones, le dice a uno que debe pensar, y de un modo contundente”, reflexiona Faber, un maestro de literatura resignado a la victoria de la dictadura en el mundo de Fahrenheit 451 que después reanima su espíritu de lucha con las acciones de Guy Montag. A veces olvidamos que las redes sociales no son reales sino virtuales y que las verdaderas acciones que cambian el estado de las cosas son las que se realizan en el medio exterior.

Por ello hoy no es peligroso pensar sino simplemente no se puede y si no hay reflexión crítica, nada nos mueve a la acción. Los medios, a través de tendencias y vistas, marcan nuestros temas de discusión, qué es lo importante por pensar y cómo debemos hacerlo. Piense sobre lo que habla, sobre qué discute usted y sabrá qué tan pesado es su grillete.

*Casa de las Ciencias de Oaxaca
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jueves, 3 de noviembre de 2016

Recorte al presupuesto científico y tecnológico: la solución mexicana frente a la argentina

Protesta, frente la Congreso argentino, contra el recorte en ciencia y tecnología.
Fuente: La Nación



Raúl Fierro*

Hace algunas semanas el gobierno de Enrique Peña Nieto anunció un recorte del 23.3% al presupuesto federal para Ciencia y Tecnología. La respuesta de José Franco, titular del Foro Consultivo de Ciencia y Tecnología, A.C., es la siguiente: “Este retraso presupuestal nos pone al principio de la meta que se planteó para este sexenio; si tuviéramos que ejemplificar, la reducción propuesta en el PPEF 2017 representaría 10 años de convocatorias de ciencia básica en Conacyt; el financiamiento del proyecto internacional del acelerador de partículas llamado sincrotrón o tres telescopios de nueva generación”. Es importante la instrumentación científica pero en un país donde el 56% de su población no confía en el conocimiento científico (dato de la Encuesta sobre la Percepción Pública de la Ciencia y la Tecnología 2013 que realizó el INEGI) ¿acaso no es más importante aumentar la matrícula de científicos en el país y mejorar la condiciones económicas de los alumnos-becarios que estudian ciencias para que terminen su carrera, acaso el estudiante universitario no será el futuro científico que maneje dichos aparatos que José Franco pide además de que representará la imagen y expectativa de vida de una población que no tiene una buena percepción de la ciencia? Peor es el asunto cuando la postura del grupo que establece la agenda científica es conformista y débil: “William Lee [coordinador de Investigación Científica de la UNAM] aseveró que por la situación financiera actual de México y el mundo, EL RECORTE ES NECESARIO, pero no debe ser de tal magnitud”, se puede leer en el artículo “El recorte a ciencia y tecnología, de 10 por ciento, no de 23, proponen especialistas” del diario La Jornada (el resalte en mayúsculas lo escribí).

La ciencia es un factor importante para el desarrollo de un país y su población. Por una parte es el motor para impulsar el desarrollo tecnológico que ayude a la población en sus diversos problemas sociales y económicos. Por otra parte, en los ámbitos educativo y teórico, la ciencia permite que los habitantes de una nación logren tener una visión más amplia de los fenómenos y generen un pensamiento crítico sobre los acontecimientos que lo rodean, esto posibilita la toma decisiones que le conviene a su comunidad. Por ello es trascendente lo que declaran aquellos que, desde las instituciones, dirigen la agenda científica. Cómo pueden aceptar el recorte y no hacer un llamado enérgico al gobierno sobre las consecuencias de un modelo que atenta contra el desarrollo y la autonomía de las naciones.

La comunidad científica mexicana (comunicadores de la ciencia, investigadores y sobre todo estudiantes) deberían seguir el ejemplo de la comunidad científica en Argentina que nos da una muestra de una postura firme frente al gobierno, no para mitigar, sino para frenar e incluso exigir un aumento presupuestal en ciencia: “Los reclamos de la comunidad científica, de la oposición y hasta de sectores del oficialismo surtieron efecto. El Gobierno decidió aumentar las partidas para Ciencia y Tecnología previstas en el presupuesto 2017”, se puede leer en el artículo “Asignarán más fondos a Ciencia y Tecnología” del diario argentino La Nación.

En México, en vez de marchas conjuntas de la comunidad estudiantil y académica además de mítines frente a las instituciones legislativas como sucedió en Argentina, todo quedó en un foro donde unos cuantos decidieron el futuro de la ciencia en México, un grupo que no les interesó las condiciones de los universitarios que estudian física, química, biología y otras disciplinas científicas. Sin embargo la culpa se comparte, no sólo con el gobierno de Enrique Peña Nieto que tiene la obligación de apoyar al campo científico y tecnológico, sino con aquellos que con su silencio y apatía permiten tales atropellos a la formación científica y tecnológica y, en consecuencia, al desarrollo de las comunidades mexicanas: por qué no unirnos como en Argentina y exigir para toda la comunidad científica de nuestro país una mejor perspectiva. Dónde está la voz de la juventud científica mexicana.

*Casa de las Ciencias de Oaxaca
Camino Nacional 4, San Sebastián Tutla, Oaxaca
Teléfono: 51 7 50 87

Correo electrónico: trinofiesa@gmail.com